Greatest Hits 2018

Lo bacán de lo bacán sin orden alguno (año anterior acá)





Películas (del 2018 y 2017 estrenadas este año)

Isle of dogs (2018)
Hereditary (2018)
Blackkklansman (2018)
Mother! (2017)
Call me by your name (2017)
The shape of water  (2017)
Annihilation (2018)
Blade Runner 2049 (2017)
The Big Sick (2017)
Brawl in the Cellblock 99 (2017)
Ready Player One (2018)
A Quiet Place (2018)
Misión Imposible - Fallout (2018)
A Star Is Born (2018)
Sorry To Bother You (2018)
Roma (2018)
Paddington 2 (2017)
The Ballad of Buster Scruggs (2018)
I, Tonya (2017)
3 Billboards Outside Ebbing Missouri (2017)
The Disaster Artist (2017)
Black Mirror: Bandersnatch (2018)


Películas ( de otro años)

Signs (2002)
Rosemay Baby (1968)
La princesa Mononoke (1997)
Heat (1995)
On The Waterfront (1954)
The Departed (2006)
Trumbo (2015)
The Deeer Hunter (1978)
The Man From UNCLE (2015)
The wild Bunch (1969)
Catch Me If You Can (2002)
Mission Imposible 1 a 5 (1996-2015)
Vertigo (1958)
Paddington (2014)
The Night Of The hunter (1955)
Ocean's Eleven (2001)
Suspiria (1977)
Tekkonkinkreet (2006)


Libros


El adversario - Emmanuel Carrére
Ubik - Philip K. Dick
Cuentos Completos - Manuel Rojas
Pobres Diablos - Cristian Geisse
Planetas Invisibles - Ken Liu
Allegados - Ernesto Garrat
Nancy - Bruno Lloret
Los Propios Dioses - Asimov
Los peligros de fumar en la cama - Mariana Enriquez
Hienas - Eduardo Plaza
Jeidi - Isabel M. Bustos
Rabia - Sergio Bizzio
El empampado Riquelme - Francisco Mouat
El problema de los 3 cuerpos - Cixin Liu
Bogotá 39 - Varios
Un año en los bosques - Sue Hubbel

Cómic

Saga Vol.09 ( :( )
Silver Surfer Vol.04 y 05
Fatale Vol.03 al 05
Paper Girls Vol.01 al 05
Hunter X Hunter Vol.33 al 37
El eternauta
Gideon Falls Vol.01
Low Vol.03
Southern Bastards Vol.04

Series

Westworld Temporada 2
Legion Temporada 2
Atlanta Temporada 1 y 2
Better Call Saul Temporada 1
The sinner Temporada 2
Shingeki No Kyojin Temporada 3 (1ra parte)
Daredevil Temporada 3
American Vandal Temporada 1 y 2
Boku No Hero Temporada 1 a 3
Bojack Horseman Temporada 5
Evil Genius
Wild Wild Country
Trollhunters
Disenchantment Temporada 1
Black Mirror Temporada 4
Love Temporada 3
Mr Robot Temporada 3
Doctor Who Temporada 11 (meh)
One piece (819-866)


Discos

Antisocialites - Alvvays
Lance - Niños del Cerro


Juegos de mesa 

Pandemic Legacy Año uno
Rising Sun
Azul
Scythe
Time Stories


Hechos pulentos

Primer año en el depa, fuimos a Mendoza, Radiohead por 2da vez, me despidieron por fin.

20th century Boys - Naoki Urasawa

Hay cierto denominador común en la niñez, que no deja de tener cierta trampa, y es esa añoranza naif de querer saber en qué nos convertiremos de ‘grandes’.
Ciertas esperanzas en el futuro que jamás vuelven a ser tan auténticas –y optimistas- como lo son en ese entonces. En tiempos donde la nostalgia tiende a desfigurar los recuerdos para deformarlos y maquillarlos, con la idea de ser vendidos lo más rápido posible, historias como ésta refrendan la utilidad de algo tan manoseado hoy por hoy como lo es la memoria. Quien termina obsesionado con su pasado al final acaba trastocando ese concepto; convirtiéndolo en algo tan amorfo como alejado de su forma inicial. Parafraseando a ‘Asterios Polyp’ de Mazzucchelli:
“The more something is recalled, the more the brain has a chance to refine the original experience. Because every memory is a re-creation, not a playback.”
Y es que el fuerte de la historia de este manga radica en una idea tan sencilla como esa. Los sueños de un grupo de niños educados en el Japón de finales de los sesenta e inicios de los setenta, que ve como un juego de la infancia, repercute en sus vidas treinta años después, de la forma más horrorosa y peligrosa posible.
Un juego de héroes contra villanos clásico pero que se termina deformando tanto que ese esquema, inocente al principio, se retuerce en algo inicuo a nivel masivo.

Difícil ser más específico con una trama que recorre casi 50 años de historias y va sumando un catálogo de personajes principales que ronda la docena. Sin embargo el planteamiento inicial sería algo así:
“Kenji Endo maneja un minimarket en Tokyo, donde vive con su mamá y su sobrina bebé (que su hermana dejó a su cargo antes de desaparecer). Un día Kenji asiste al funeral de un antiguo amigo de la infancia y al juntarse con sus ex-compañeros de colegio termina relacionando esta muerte con varios asesinatos parecidos en los cuales siempre aparece un extraño símbolo, el mismo que él y sus amigos crearon cuando eran chicos como parte de un juego.”
Ese es el detonante y de ahí en más, la historia solamente va creciendo y extendiendo sus ramas. Abarcando muchas temáticas, siempre bajo el formato de thriller y una necesidad casi patológica por parte de Urasawa de recurrir a los giros de guión.
Giros que salen relativamente bien, pero que a ratos se hacen algo pesados. No obstante se entiende bajo la estructura capitulada que se le exige a este tipo de obra.
Es justo mencionar, eso si, que pasado el ecuador de la serie las resoluciones se vuelven un poco sosas y la presentación de misterios ya no sorprende tanto, aunque su primera mitad está bien calibrada y compensa todo lo demás.
Naoki Urasawa tiende a caer en esos vicios pero jamás deja que hundan el resultado global.

Y es que más que por la estructura, la riqueza del manga radica en sus temáticas: no teme volcarse en una especie de ‘1984’ revestido de ciencia ficción cuando lo amerita, o valerse de la conversión en figuras mesiánicas de los villanos de turno con tal de hacer casi imposible su caída.
Juega con muchos tópicos que por momentos parecen salirse de control, pero de una u otra forma Urasawa le da la vuelta justa para que no sea tan forzado.
Con costuras notorias pero amarradas con la suficiente cohesión para que no se desperdiguen.

El cambio de siglo

La paranoia por el inicio del año 2000 está tremendamente bien retratada. Ya no solo porque fija el punto más alto de la historia, si no que permea esa sensación de volubilidad que había por entonces.
¿El fin del mundo? ¿Invasiones? Parecen todas proyecciones de lo que al final la humanidad termina haciéndose a si misma. Buscando respuestas afuera, ojalá en símbolos gigantescos, para evitar hacerse preguntas hacia adentro.
De ahí que varios personajes tengan ese rollo con la identidad. Personas invisibles que extrapolan toda esa inseguridad en acciones -que por lo general- terminan muy mal. Esa exteriorización que convierte los sueños en un remedo pálido y desabrido nunca está tan bien graficada como cuando Kenji ve ese robot gigante en Año Nuevo.

El hombre de a pie

Quienes enfrentan al mal en ‘20th Century Boys’ no son prodigios, no son famosos ni mucho menos unos adonis. Son cuarentones frustrados, divorciados con trabajos apenas satisfactorios que se ven arrastrados a una situación que los sobrepasa, pero que entienden –disculpen el lugar común- que quienes evitan enfrentarse a quien está haciendo algo incorrecto son, como mínimo, cómplices del mismo.
Un enfrentamiento que cobra un valor tremendo, tomando en cuenta que el enemigo es un grupo organizado con evidentes ramificaciones en puestos de poder y al cual la ciudadanía parece no poder asociar con algo malvado.
Una definición al calco de como grupos de odio van permeando en las sociedades de forma silenciosa ganando adeptos mientras quienes deberían pararlos hacen la vista gorda.

Kenji Endo, representa a esa persona común que tiene que trabajar con su sobrina –literalmente- en su espalda para sobrevivir, pero que no evita sus responsabilidades.
Y es que le suma valor que quienes se suben a ese barco, no tienen la victoria asegurada, de hecho, 20th Century Boys se encarga demasiadas veces de mostrar al mundo como un lugar donde la corrupción esta tan adentrada, que las personas ‘buenas’ son devoradas (o aplastadas) por el poder.

El poder la música

Desde el titulo del manga que viene de la canción de T-Rex, la música tiene un papel primordial en toda la historia. Es el poder que tiene una canción el motor que mueve el enfrentamiento final sin ir más lejos. Y es que desde las primeras viñetas ya se habla de la preponderancia de la misma, con Kenji poniendo música a todo chancho en su colegio para posteriormente quedarse con la sensación que nada había cambiado en sus compañeros después de eso, ignorando que muchas veces la incidencia de la misma, parte desde dentro y posteriormente va concatenando cambios sucesivos en los demás.

El valor del arte, en forma de música en esta pasada, es el único capaz de hacer frente a poderes tan amplios que abaten sin chistar a las personas corrientes (según esta visión de Naoki Urasawa). Un tótem lo suficientemente firme del que aferrarse para sobrellevar los días oscuros, como lo son los que les toca enfrentar a ese tropel de agentes de aduanas, vendedores de fideos y oficinistas, etc.
Una obra igual o mejor que Monster (el otro manga más famoso de Urasawa) y que con sus 249 capítulos, o 22 tomos si prefieren, no deberían ser dejada de lado bajo ningún punto.

El Empampado Riquelme - Francisco Mouat




“La tarde del jueves 2 de febrero de 1956, Julio Riquelme se subió al tren Longitudinal Norte en La Calera con destino a Iquique. Iba al bautizo de uno de sus nietos. El viaje duraba tres días y tres noches. Pero Riquelme jamás llegó al puerto del norte. La última vez que alguien lo divisó fue arriba del tren, cerca de la estación Los Vientos, cien kilómetros al sur de Antofagasta. Desde entonces nada se supo de él. Solo historias de fantasía y después el olvido. Hasta que en enero de 1999, casi medio siglo después, apareció Riquelme en medio del desierto de Atacama, solitario y abandonado junto a sus pertenencias. ¿Qué pasó realmente con él? ¿Por qué su misteriosa desaparición fue rodeada de tanto silencio? ¿Cómo fue posible que en 43 años no se supiera nada de su existencia?”
Julio Riquelme y su esposa.
Los relatos sin respuestas son toda una tentación. Es cuático el eludir el enganche que provoca una ‘historia real’ cuando la base de la misma parece tan sacada de la ficción. Cuando una situación que evade las respuestas a toda costa da lugar a una historia con aristas tan ricas, pero sobretodo cuando dan pie a un montón de suposiciones que atacan con muchas posibilidades al lector. Y es que no leía un relato local así de potente desde ‘El Río’ de Alfredo Gómez Morel, y eso ya es mucho decir.
Porque  al final es un reportaje que termina siendo una reflexión sobre desapariciones y ausencias. Empezando estas últimas mucho antes que las primeras. Sobre lazos y culpas. Sobre no conseguir sobrellevar el peso de los años y de como errores que se van sedimentando imperceptiblemente sobre tu historia, van cargándola hasta hacerla insoportable. Pero antes que todas esas cosas, es una historia sobre padres e hijos.
“Toda genealogía tropieza con el vacío”
En Batman V Superman, Bruce Wayne se para ante la tumba de su fallecido padre y dice que él ya es más viejo que lo que su padre alcanzó a ser. Denotando poco disimuladamente amargura con ello y dejando en el aire ese enigma que muchas veces son para los hijos los padres. A Ernesto Riquelme le sucede algo similar. Muchas veces la imagen del padre tiene mucho de mítico y al ser básicamente una entidad edificada en historias, por defecto va mutando.
“Ernesto Riquelme Chávez tenia 63 años cuando apareció su padre, muerto, en el desierto. Julio Riquelme Ramírez había alcanzado a vivir solo 58 años. Los números aquí no están puestos para hacer estadísticas o matemáticas. Estos números hablan de una ecuación existencial: el hijo descubre a su padre muerto y verifica que su papá era, en el momento de su muerte, más joven que él.”
En el caso de Julio Riquelme la imagen del empampado pasa de ser el padre que los abandona o no se interesa en construir un lazo, a convertirse en el que se desvanece. Y se siente lógico porque más para mal que para bien, en una tierra de desaparecidos, tuvieron que pasar 40 años recién para resignificar este desvanecimiento.
Ernesto Riquelme y familiares llevando el ataúd del empampado.
Los fantasmas toman formas sumamente dispares dependiendo del cariz que decida darle quién tiene que aguantarlos. Me gusta esa traducción del sentimiento. Del peso que tengan las historias sobre esa persona. De la sensación que cuando algo se cree abierto se asimila como tal y se mimetiza con el resto de los días. Una mimetización tal que termina siendo invisible. Adecuándose a los espacios, pegándose a ellos. Sean en palabras, sean en lugares ya deshabitados.
“El alma humana es vacilante y contradictoria: si nadie te apura, si tu trabajo no está en juego, si puedes seguir levantándote tranquilo en la mañana para hacer tus cosas, si tienes rabia porque te sentías abandonado, si la desaparición de la que hablamos no te quita el sueño, si la vida continúa y no nos deja pegados en el recuerdo, si no sabemos o creemos que no sabemos qué pasó realmente, es más fácil olvidar. Y eso ocurrió con Riquelme: los que tenían que recordarlo lo olvidaron, y el resto se sumó al silencio”. 
Hasta que cambia. Hasta que todo se vuelve a resignificar.
Y luego…
Se reescribe la historia y el mito se transforma. Y con ello quedan tan pocas respuestas como certezas. Salvo una quizás: la figura del padre siempre es un enigma. Uno lejano. Uno ausente. Porque mucho hay de preguntas sin respuestas en relaciones que se construyen sobre incertidumbres.
“Lo menos estático de todo es nuestra propia historia se nos dice en un párrafo de este libro ¿Habrá alguien contándome? ¿Podré ser una historia? ¿Estaré ocurriendo?”
Viaje de Mouat a la pampa, el funeral y comitiva.
Me agrada como Mouat va hilando todo. Un cruce entre el dato duro así como el acompañamiento que hace de los protagonistas de la historia. Desde el describir la aridez de una estación abandonada hace años hasta la búsqueda de respuestas en lugares poco ortodoxos al final. Y es que es tremendo también como el paisaje, todo ese escenario en el que se desenvuelve este relato igual está muy bien edificado. El desierto da miedo porque es un monstruo que devora personas y regurgita historias. Un intercambio tan cruel como lo es también el desaparecer.
“El desierto de Atacama es más tenebroso, no hay maleza, no hay nada: puras piedras. El desierto de Atacama es un paisaje de marcianos.”
* Las imágenes pertenecen al libro Empapado Riquelme del Autor Francisco Mouat Cruxatto, edición 2018, Lolita Editores.

La extinción de los coleópteros - Diego Vargas Gaete




Han cachado cuando algo tiene muchas características que te gustan pero de alguna manera en el total, como un todo, no te seduce el resultado. Algo así me pasó acá.

En general me agrada la estructura de párrafos cortos que van armando una historia desde diferentes frentes hasta conseguir armar un mapa total. Me agrada también las ideas más descabelladas como lo es lo de la lavadora, el viaje en el tiempo, el futuro, la extinción de los bichos, o lo truculenta que es la historia de ese sótano bajo el colegio alemán donde se tortura con las consiguientes secuelas que se sedimentan en la psiquis del guardián de ese secreto. Me agrada todo ese costado que roza el thriller y el scifi. Así como el humor de la historia del abogado y su correspondencia.

No obstante, no hay nada en este libro que crea no pueda olvidar con el tiempo. Ni su estructura, ni sus temas.

*Al menos aprendí el nombre científico de los matabuey, que era un bicho que buscábamos cuando chicos en el campo (Acanthinodera cummingi).

Jeidi - Isabel M.Bustos




Me gustó harto. Tal vez por ratitos pareciese que se está adentrando demasiado por el lado inocentón meloso chistoso, no obstante es entonces cuando hábilmente deciden retomar las vertientes más feas de lo que significa vivir en el campo: ser casi analfabeto y estar enterrado en la más terrible de las pobrezas.

Pareciese que ensalza lo bucólico más en ningún momento deja de sacar esos trapos sucios que de alguna manera igual lo definen.

El trago, la religión, la superstición y la ignorancia son la constante. Pero hay sueños también, sueños chiquitos pero importantes. Como el espíritu de esas películas de niños chicos en los ochentas, pero en un pueblo aleatorio cerca de Talca. Sin gringos ( o casi). Y con mujeres.

Los personajes si bien parecen caricaturas, no dejan de ser menos entrañables por ello. Además que Isabel M. Bustos los esboza súper rápido y de una forma bien bonita.

Marqué caleta de pasajes:

“Además de los funerales, la misa del domingo es la única ocasión en que se reúne todo el pueblo. Todos menos el bombero, que es masón. Aunque no tiene idea de lo que es eso, saben que no cree en Dios y que el fuego es cosa del diablo, así que nadie lo llamaría si se incendia algo; mejor arder aquí que allá abajo en el infierno”

“Se sienta tímidamente al lado de Güindsurf que tiene cinco años y es su preferido porque siempre le pregunta cosas de ella y eso no pasa muy seguido. Además le gusta su nombre. La señora Gladys dice que lo sacó de unos lolos curicanos que iban al lago Vichuquén y se quedaron en pana frente a su casa. Llevaban esas tablas raras”

“Le da como un mareo cósmico hacerse cargo de una situación tan peliaguda, pero sabe que su amiga es una santa y la necesita a ella, porque la pobrecita es, además de guacha, huérfana y no muy pilla”

“Es divertida la vejez cuando está lejos”

“Jeidi se hincha de emoción. Si el abuelo le cree, al diablo con el resto. Por su puesto que se arrepiente altiro de pensar en el Cola de Flecha y se hace tres pequeñas cruces sobre el corazón con el pulgar mientras repite tres veces ‘vade retro’; así le enseño que se hacía la Vicky después de ver El Exorcista”

“Le traen cartas, globos, dulces, ropa de guagua, peluches. Vicky los acumula en una carretilla, sin entender por qué a alguien podrían gustarle los peluches. De partida, no se comen”

“Al verle la cara, lo primero que piensa es que ojalá su hijo salga con esos ojos como el río Claro y de pestañas negras y tupidas. Lo que es ella, tiene pestañas de chancho”

“Sabía que sería rubio como el choclo”

“Los entierros de dinero son los tesoros con que sueñan los niños por esos lados donde no hay bancos…Cavaban tardes enteras esperanzados, gastando mentalmente el dinero. Por supuesto, sabían que si llegaban a encontrar uno no podían usarlo hasta pasado un año. Si no, uno se muere, como ese ignorante de la ciudad que desenterró una olla de fierro llena de monedas, se compró un auto altiro y chocó contra un árbol la misma noche”

Pobres Diablos - Cristian Geisse



Siempre recuerdo cuando mi papá, hombre de campo, contaba historias inventadas sobre el diablo. Sobre que a fulano, probablemente con harto vino encima, se le apareció el diablo en tal lado o a este otro que terminó curado en su camioneta debajo de una cascada también lo vio. Que cuando los perros lloran es porque anda el cachudo por ahí, etc.

El diablo es un tema recurrente en el imaginario colectivo y adopta formas muy variadas, desde el ente que te puede conseguir placeres varios a cambio de algo, hasta el que de alguna manera solo representa la maldad. Ya sea en forma de hombre de negro, de chivo o derechamente de las alucinaciones del vino: el diablo tiene mil formas y este libro mediante dieciocho cuentos parece tratar de abarcar harto con un resultado peculiar por momentos, escatológico en otros, pero sumamente orgánico en su mayoría.

Dividido en tres partes, de seis cuentos cada una. La presencia del 666 es el recordatorio constante de sobre que estamos hablando.

Hay cuentos que me gustaron harto, ‘¿Has visto un dios morir?’ por ejemplo trae consigo el tema del ñache y las alucinaciones, además está hermanado con otro excelente cuento como lo es ‘El Gallo Negro’ que tiene una estructura de circularidad temporal que me gusta harto, de hecho se parece caleta a un truco que usaron los Coen en ‘Inside Llewyn Davis’.

‘La Negra’ es lo más cercano a The Witch que he leído, solo que no hay brujas ni familias protestantes exiliadas, más si cabras diabólicas y muchos viejos curados. Porque no hay nada que cause más terror que un grupo de personas solas y borrachas en medio de la nada del campo. De esos puebluchos que son más vacío que pueblo, donde el viento es la única banda sonora posible.

‘Calixto Gómez’ que nos dice que el diablo también está ahí, en la pobreza violenta de las poblaciones. Así como ‘El Cachúo’, ‘El Duende’ y ‘La Culebra’ parecen algo repetitivos pero refuerzan la idea que el diablo también está en cuestiones como ese alcoholismo mitificado. Por último ‘Fue como un padre para mí’ y ‘Seguir aquí’ donde el autor da rienda suelta al lector para que sienta repugnancia por los sucesos de ambos cuentos.

Me gustó bastante. Eso si, podrían haber sido menos cuentos a costa de sacrificar el seis seis seis.

“Me buscaron para que trajera a mi abuelo y viéramos al dios morir. Hasta plata me ofrecieron. Y es que hay algunos trastornados a los que les gusta tener malos sueños, son como esos giles que duermen con los brazos cruzados sobre el pecho para tener pesadillas.”

“Ese hueón es poeta. Los poetas son así: feos por fuera o feos por dentro. A veces las dos al mismo tiempo.”

“No, no había forma de perdonarse. Sentía las lágrimas acumularse atrás de sus ojos. Esas lagrimas nunca saldrían de ahí.”

“El Cachúo es para algunos el enemigo número uno del curao: después de muchos días tomando te agarra y te sacude, con pesadillas, paranoia, sentimientos mortales, pánico, sueños premonitorios de la muerte de los que más amas. La deformidad. La hediondez. La enfermedad. Le dicen el Cachúo, porque en casos extremos uno ve, ve al ser maligno que trae la cuenta y hace pagar las cuotas de la deuda y el exceso. Y le dicen así porque se supone que es el demonio.”

“¿Eres acaso nuestro señor Jesucristo?- preguntó.
-El hombre lo miró con la boca abierta y los ojos vidriosos, extraviados.
-¿Quién pregunta?- dijo con voz aguardentosa.
-Soy el hijo de Eugenio Chacana.
-¿Y quién es ese hueón?-respondió mientras se llevaba la botella a la boca y tomaba un trago de pisco.
-Es el hombre más bueno del mundo.
-¿Y qué me importa a mí? ”

Matadero Franklin - Simón Soto




Hay cosas que me gustaron mucho, otras que menos. Algunas que vienen -me imagino- del oficio del escritor de series que tensiona hasta el rompimiento al lector, así como ciertos acentos cosméticos que parecen algo artificiales dentro de un mundo aparentemente mucho más orgánico y de ritos más menos sabidos, la sobremitificación de los mismos no queda siempre bien.

Las aspiraciones son altas desde la contraportada al mencionar a Fargo, y algo de eso hay, de hecho creo plasma sumamente bien el espíritu de su aspiración: para ciertos hombres su mundo se acaba y necesariamente estos fines de época se zanjan con sangre. Sangre que marca la línea de término. Personas que ven como su modo de vida se desvanece, mientras comienza otro, más menos igual que el anterior pero siempre más violento y sin códigos. 

Es sabida la inclinación de Soto por lo macabro, por explorar la violencia como medio de lenguaje, y resultaba súper bien en 'La Pesadilla del Mundo' y acá también, solo que siento que la anterior poseía más literatura que artificio y acá no puedo evitar observar ciertas costuras en la creación del mundo. La necesidad casi implacable (y latera) la mayoría del tiempo de aludir a la comida como un eje para que nos familiaricemos, a tal punto de iniciar casi cada capítulo con lo mismo.

“Están sentados en torno a la mesa. Hay botellas de vino y jarras de pipeño, ensalada de tomate con cebolla, de lechuga y coliflor.”

“Torcuato, sentado junto a sus hombres, da cuenta de una cazuela de vacuno. Le gusta rociar sobre el caldo cilantro picado…Torcuato deja la cuchara junto al plato e introduce un pan amasado en el ají pebre.”

“Se vuelve a hacer el silencio. Los únicos sonidos provienen de los vasos de vidrio, de las gargantas que tragan, de las bocas y los dientes que mastican la pichanga y los trozos de arrollado de huaso que están al centro de la mesa.”

“Doña Felicia está concentrada en los enormes fondos humeantes, repletos de perniles jugosos, papas cocidas, chunchules en cocción antes de ir a la parrilla y ensaladas de tomate, lechuga y habas con cebollas…”

“Come junto a Manuel, el Loco Placencia y a Venancio; arrollado de cerdo, papas cocidas, ensalada de lechuga, pebre y pan amasado.”


No obstante si dejamos de lado las maquetas con la que intenta darle forma a su mundo, los personajes si funcionan muy bien. Torcuato y el Lobo Mardones como antítesis del respeto y el odio así como los engranajes principales que van deformando las vidas de todos los habitantes del barrio Matadero. Siendo ambos los pilares en los que se sostiene esta novela con forma de western y tiempos violentos condenados a repetirse.

Niños del Cerro - Lance (2018)



Hay cierta belleza en la fractura. No es tan visible ni evidente como la que usualmente se puede encontrar en los remansos o en la observación de una escena a la que nos acostumbramos. Y es que el desafío de poder encontrar méritos en los quiebres de un soporte no es un camino exento de espinas. Más efectivamente puede ser uno bastante interesante que recorrer.
“Qué hacer si nada me parece bien/ si nada parece estar de acuerdo con lo que creo yo”
Esa línea de ‘Sufre’, la canción que abre “Lance” el esperado segundo disco de Niños del Cerro, puede parecer una guía al momento de decodificar las rutas que toma la estética del grupo. No obstante si lo que se busca es entender la sonoridad del elepé será la canción ‘Lance’ a la que debemos acudir: una colisión premeditada entre melodías y jams que no solo desafía a quien las ejecuta sino que también a un escucha que debe abandonar la sutileza a la que nos acostumbramos en esa alegoría periférica que era “Nonato Coo” (2015), para adentrarse de lleno en una tormenta desordenada que colisiona a cada segundo, extendiéndose y con más de un cambio abrupto.
Discos sobre rupturas y fines de etapas hay cientos y cada cual consigue encontrar una forma que le sea propia para contar su proceso. Sin recurrir a recursos ajenos el hilado sonoro se vuelve bastante distintivo acá. Las melodías son potentes y a la vez te enrielan con facilidad -al menos la suficiente- para que la sacudida de la batería/guitarra no sea tan radical como para perder el rumbo. Y es que hay mucho de ello. Un ciclo extendido entre reposo y exaltación, sosiego y derrumbe. No son tiempos para anidarse en una sensación dominante. Virar a cada rato parece ser el norte y la única solución con la que pudieron dar en esta pasada.
La melancolía, muchas veces romantizada y suavizada, aparece retratada como un dolor de espalda, como una incomodidad que busca ser asimilada por lo que es al final: un ruido constante que se estrella y rehace la idea romántica del final. Si bien ‘Las distancias’, con la compañía de Martina Lluvias, no deja de ser dolorosa se parece más a lo primero musicalmente, pero en el apartado lirico si es mucho más pesimista:
“Tarde me senté a ver (sólo a ver)/la diferencia entre (hoy y ayer) y comprender (lo que fue)/ haber culpado de todo a las distancias.”
‘Contigo’ fue el auspicioso primer adelanto pero que una vez entremezclado con otras canciones parece más un vestigio del ánimo imperante de “Nonato Coo”. Podría ser un nexo, pero está más imbuido de la urgencia del debut. No así ‘Flores, labios, dedos’ que por forma parece mucho mejor acoplado (y de hecho tiene una batería tremenda de José Mazurett). Por colaboraciones tampoco se queda atrás. ‘El sueño pesa’, con Chini Ayarza, suena tan bien como se intuye en el papel y algunas piruetas sonoras del final que enriquecen los ribetes que pueden alcanzar las composiciones.
De hecho el mismo cierre con ‘Melisa/Toronjil’ (que no puedo eludir que me termine evocando al “Parsley, Sage, Rosemary and Thyme” de Simon & Garfunkel aunque sea por nombre) despliega esa animosidad que se venía describiendo más arriba, aunque en esta pasada musicalmente es más distintivo la ejecución de cada miembro de la banda.
“Vamos a sanarnos de verdad si dejamos pasar días infinitos de abrazar la pena que nos da”
Resumiendo, de alguna manera sin ser compacto como su predecesor, “Lance” no teme abrazar sus pesares y sonar desde la fractura misma, o citando las palabras del mismísimo Simón Campusano, no deja en ningún instante que el susto se trasforme en miedo.
Las oportunidades que ofrecen las crisis nunca parecieron mejor aprovechadas, así como tampoco faltó el coraje para sortearlas.