Arcade Fire - Reflektor (2013)



La conceptualidad artística de "Reflektor", el nuevo disco de Arcade Fire, gira en torno al mito de Orfeo. Desde la portada hasta los videos de la película de Marcel Camus (Orfeu Negro, 1959) desprenden las referencias que servirán de trasfondo a las nuevas canciones.

Un mito que habla de un músico que pierde a su amada y va en su búsqueda hasta las mismas fauces del infierno. Su música consigue abrirle paso y casi asegurarle el rescate de su compañera. Sin embargo, ya en el final la misión fracasa. Orfeo gira su cabeza para mirar a Eurídice antes de salir del Hades y con ello, viola la única regla que el mismo señor del inframundo le impone para llevarse a su compañera: no mirar atrás. El músico es derrotado. Su inseguridad le derrota. Ese imperceptible temor del protagonista a que Eurídice no siga ahí es el que finalmente la desvanece.

Algo así ocurre acá, pero no se habla en términos de derrota. Digamos que Arcade Fire nos presenta una cuarta obra memorable; sin embargo, la pretensión les juega en contra en lo que sería el único bache de la placa: esa inquietud de ir un paso más allá, de estar seguros que posicionarán el LP como el disco que los lleve más lejos. La necesidad de ver que Eurídice sigue atrás. Si hubiera tan sólo un poco menos de todo, un poco menos de interludios, estaríamos hablando de la obra definitiva de los canadienses. De todas maneras, Arcade Fire, no sabe de lugares seguros. La estática no es tema.

"Reflektor" es un disco doble muy variado. Tanto así, que quizás esa pluralidad sónica y conceptual le haga perder fuerza tomando en cuenta que tuvieron que transcurrir tres años desde "The Suburbs" (2010) para poder estar frente a nuevo material de los de Montreal. El resultado es un elepé que se va abriendo en muchos frentes, tomando influencia de las más diversas vertientes. Desde el punk, pasando por sonidos latinos,hasta llegar a la influencia deLCD Soundsystem de la mano del mismísimo James Murphy. La tonalidad del álbum no se amarra a ninguna de las variantes que propone. Haciendo un amplio repaso estilístico busca volverse una mezcla rica en matiz, pero cuando se centra en ello es que pierde la profundidad, debido a la necesidad de abarcar.

Es así como nos encontramos con la influencia bailable del tema homónimo, donde la colaboración de David Bowiemarca pauta y refleja la inquietud artística que tiene el grupo en este momento. 'Reflektor' es la continuación idónea de donde quedamos hace tres años con 'Sprawl II'. La neónica 'We Exist' sólo acrecienta esta sensación con un bajo tremendo y mucho dominio cadencioso.

'Here Comes The Night Time' representa lo mas arriesgado de la colección, con una fuerte carga latina en su estructura. Win Butler es el encargado de recoger las raíces haitianas de Régine Chassagne y nutrir al disco de ellas, entregando una pieza alejada de todo el material previo y sentando una fuerte base rítmica que en su ejecución resulta percusivamente inquietante y pegajosa.

La ausencia de lo barroco encuentra su nicho en las sencillas pero épicas 'Normal Person''You Already Know' y'Joan Of Arc'. Representando tres maneras distintas de reinventarse de una canción a otra sin forzarse en demasía.

Y ni hablar de lo accesible de canciones como ‘Afterlife’, lo sintético de ‘Porno’ y ‘Supersymmetry’ que suenan, tal vez, a lo más frío compuesto por el grupo a la fecha.

El álbum en sí posee muchos contrastes que se ven aminorados por los extensos interludios y fade-outs que mantienen la distancia entre una canción y otra, dando lugar a no tan pequeños hiatos en los que se da espacio al escucha para que respire y pueda continuar con la propuesta siguiente. A veces, claro, estos intermedios se acrecientan un poco y ello estira el metraje en exceso. Lo interesante es que, con exuberancia y todo, "Reflektor" es el más firme candidato a transformarse en el disco del año, haciéndole el peso al repertorio de la banda y posicionándolos en una nueva lid sónica. Los reflejos de Arcade Fire parecen no conocer de límites.

Niño Cohete - Aves De Chile (2013)



Es difícil separar a Niño Cohete del imaginario que han creado con su música. Ese que nos muestra un sur idílico de bosques húmedos, omnipresencia natural o monstruos extraídos de fábulas infantiles. Todo eso es lo que su placa debut condensa, pero a la vez los lleva hasta sus propias fronteras y profundiza en el universo que habitan.


Desde su producción hasta su grabación, lo de “Aves De Chile” obedece a una lógica muy coherente. La elección de Fernando Milagros como productor es un acierto en todo el rigor de la palabra, ya que este parece entender a cabalidad lo que la música de la banda penquista busca provocar. Y es ello lo que acentúa, no escatimando en detalles a la hora de indagar más hondo en las raíces de una propuesta que si tenía un punto débil era la unidimensionalidad de su EP del 2012, pero que se ha visto profundizada en este lanzamiento.

La grabación en el Lago Lanalhue aparece, también, como otra acertada decisión que se extrapola en el terminado final; ya no sólo por la casi obvia referencia a la búsqueda perpetua de lo natural como inspiración. La creación de atmósferas se hace atribuible y palpable (‘Lanalhue’) tanto en lo emotivo como en la estructura que se disfruta en el disco a la estancia del grupo en este paraje.

‘El Bosque’ y ‘Cazando Lagartijas’ son los dos temas que abren el disco y resultan el vestíbulo idóneo para presentar los conceptos y formas que Niño Cohete utilizó. Sin escatimar en detalles, resuelven con gran precisión lo minimalista que muchas veces se torna el folk-pop, agregando pinceladas que forman hondas capas sonoras y controlan la delicadeza de las canciones. Provocando un vaivén emocional y atmosférico muy rico, la guitarra eléctrica aparentemente a cargo de Matías Pereira, dota al segundo tema de una vuelta de tuerca que enaltece el resultado. Por otra parte, el contenido de las canciones que hacen alusión al juego infantil de cazar lagartijas será un tema recurrente en el resto del disco haciendo constante mención a la parte lúdica de la niñez como en ‘El Escondite’ por ejemplo, con las líneas: “un, dos, tres por mí. Y por todos mis compañeros…”.

Y será esa convivencia entre lo brutal de la naturaleza y la inocencia atribuida a la niñez, la que irá definiendo en mayor o menor medida la identidad del disco. Una en que aves multicolores se regodean, mientras las percusiones de Joaquín Cárcamo se lucen (‘La Muerte’) o bien se da pie para la distensión que provoca ‘Osos y Cazadores’ con ‘Puerto Tranquilo’.

Pero si de distensión se trata, ‘Lanalhue’ consigue un tipo de epicidad muy particular, ya que se disminuye a sí misma para bajar por el espectro sonoro hasta perpetrar con una profunda emocionalidad. Muy propia de Sigur Rós, Niño Cohete torna suya esta cualidad y la traduce a nuestros parajes con mucha facilidad.

Un ritmo acelerado en clave country se vendrá con ‘La Fábula’ , no sin renunciar a la humedad propia del LP. Le sigue ‘Monstruo’, una interesante pieza en que convergen matices de dream-folk con una lírica que se embarca de lleno en bosques poblados de seres ficticios y en que las letras van en absoluto resguardo del relato sonoro.

Será en los minutos finales del disco cuando nos encontremos con ‘En Las Trincheras’, una canción que parece extraída del repertorio de chinchineros adustos y que lleva la experimentación un poco más allá. El broche de oro llega con ‘Rengo’ y ciertos toques de tentativa electrónica que se dejarán sentir intermitentemente durante su metraje.

Es necesario entender que el entramado conceptual compuesto en “Aves De Chile” es muy compacto, de ahí que herede su fortaleza. Sin embargo, esto último afecta la versatilidad lírica, que se verá anclada en las temáticas antes expuestas (naturaleza y niñez). Contraponiéndose a una aventura sónica en que no se mide en matiz al momento de enriquecer una canción, hará que sumergirse en el mundo de Niño Cohete resulte muy sencillo de la mano de un debut muy enfático y en base al cual -presumiblemente- se irá construyendo una carrera que promete regalarnos tremendas canciones de folk salvaje.