Arctic Monkeys - AM (2013)



A lo largo de una carrera de mediana longitud, Arctic Monkeys ha sabido siempre como zafar de la reiteración, o mejor dicho del fastidioso autoplagio. Es esta misma característica la que siempre aumenta el hype que precede a un nuevo lanzamiento del grupo y que la mayoría del tiempo se ve recompensado con la entrega de un trabajo sólido por parte de los de Sheffield.

Sin embargo, este rasgo no asegura que la renovación o propuesta siempre salgan airosas de las expectativas al cien por ciento. Y no es que la proliferación de éstas sean atribuibles en su totalidad al grupo, pero algo de responsabilidad hay.

Bajo esa lógica, "AM" pretende una vez más dar la vuelta de tuerca a una sonoridad gravitante sin excederse ni caer en el formulismo propio de los tiempos que corren. Para ello pone énfasis en la intensidad, para que esta procure sonar lo más embriagante y lúcida posible. Los días en que temas como ‘Mardy Bum’ invadían de jovial ritmo las cuerdas de los ingleses dieron paso a canciones más acompasadas como ‘Cornerstone’, y ahora fueron reemplazadas por la potencia arenosa y sensual de tracks como 'Do I Wanna Know?'.

Y es que la composición del álbum se basará en tres grandes bloques: Primero, un aparente viaje nocturno en que se enfrascará la lírica. Fiestas, frustraciones amorosas, alcohol y demases con las imágenes que predominan en las letras de Turner en esta pasada, y que con mayor o menor éxito consiguen su objetivo.

Lo segundo es la omnipresente figura de Josh Homme, que a estas alturas parece haber cambiado para siempre –y para bien- la forma en que la música de los Arctic Monkeys se manifiesta. Las guitarras fuertes, sin acelerarse, y la predominancia de una atmósfera cargada de énfasis sensual y sexual hace patente esta afirmación que se materializa con la colaboración de éste en temas como ‘One For The Road’.

Tercero: la convivencia entre las influencias que se agolpan en la placa. No hay duda que al inicio del LP nos topamos con canciones densas y setenteras, que si bien se contienen, se dejan llevar y retrotraen al hardrock primal. Muy evidente la referencia en la magnífica ‘Arabella’ ("Arabella's got a '70s head, but she’s a modern lover" recita su letra), o en ‘La Piedra de Rosetta’ del álbum ‘R U Mine?’

No obstante en su trecho final la música negra (R&B) es la que se impone a gritos. Y es esta faceta la que -si bien- brinda diversidad, su dominio no es algo que la banda aún maneje del todo. Como en ‘Snap Out Of It’, por ejemplo, que es donde el desnivel se torna evidente. No malogra la placa, pero si la hace andar a tropezones en su final, y eso es algo que se debe tener presente.

Este conjunto de incursiones es lo que hace que "AM" vaya jalando y soltando en ímpetu mientras se va reproduciendo. Tenemos un inicio potente y cadencioso de parte de la triada de apertura que se va diluyendo en el stoner de ‘I Want It All’(que peca de plana, dicho sea de paso), y que abre un trecho exquisito en el que se encuentra la bellísima y sofisticada ‘N°1 Party Anthem’ o la inocente –sónicamente- ‘Mad Sounds’; una medianía que trae de vuelta las canciones de tiempos medios y las fantasías líricas a lo ‘Cornerstone’ para al final lanzarse a lo retro de ‘Fireside’ y finiquitar con R&B en ‘Knee Socks’ o ‘I Wanna Be Yours’.

"AM" es una muy buena continuación de una discografía impecable y que asume los riesgos propios de sus creadores. Saltando con éxitos muchas veces y fallando en otras. Sus aciertos resultan innegables, pero sus nudos también.

Aun así, las buenas canciones no faltan y mientras Alex Turner siga empecinado en seguir creando y delineando un camino en que las dobles lecturas, lo noctámbulo y lo urbano sigan conjugándose, parece habrá placas como esta para rato. Y, por si persisten las dudas, si las piezas sueltas que encontramos acá llegan acomodarse bien en una futura colección, lo más probable es que tengamos que aplaudir el riesgo otra vez. No obstante, haciéndonos cargo del presente, esto no da para satisfacer las expectativas, sólo sirve para crear más de cara a la continua evolución de una banda británica que parece no temerle a sus propias fronteras.