Greatest Hits 2012

Lo bacán de lo bacán sin orden alguno (Año Anterior)

Películas

El año en que Nolan comenzó a decepcionar

Argo (2012) 
El Viaje de Chihiro (2001)
The Shining (1980)
Rango (2011)
Ruby Sparks (2012)
Avengers (2012)
Life Of Pi (2012)

Libros

Bonsai - Alejandro Zambra
El Club De La Pelea - Chuck Palahniuk
La Biblia De Neón - John Kennedy Toole

Cómic

Astonishing X-Men - Joss Whedon
The Walking Dead - Robert Kirkman
Watchmen - Alan Moore

Series

Game Of Thrones (Temporada 2)
Pushing Daisies (Temporada 2)

Discos

Arcade Fire - The Suburbs (2010)
Arcade Fire - Neon Bible (2007)
Kurt Vile - Smoke Ring From My Halo (2011)
Yuck - Yuck (2011)
The Kinks -Arthur (1969)
Paul McCartney - RAM (1971)
Protistas - Las Cruces
The Walkmen - Heaven
Tame Impala - Lonerism
Stephen Malkmus & The Jicks Mirror - Trafic (2011)
Gary Clark Jr - Blak & Blu
Ases Falsos - Juventud Americana
Gepe - Audivision (2010)

Hechos Pulentos

Cabezona <3
Casi Paseo En Globo
Pulp y todo Primavera Fauna
Roger Waters

Gepe: Bailes Andinos



Gepe - Lanzamiento disco "GP"
Miércoles 24 de octubre, Club Chocolate.

Un fragmento de ‘En La Naturaleza (4-3-2-1)’ versa: “La alegría es igual que la pena, como dos personajes en el mismo lugar”. Una frase sencilla, pero decodifica mucho de la música entregada por Gepe. Pues, ¿para qué ponerle nombre a un estado anímico? Estos siempre fluctúan, no son estáticos, se mueven continuamente. No hay alegría, no hay tristeza. Todo es fiesta.

Las canciones del estandarte del sello Quemasucabeza no tienen una constitución estable, por eso se va amoldando de acuerdo a los intereses de su creador. En este caso una mezcla de pop, melancolía y carnaval.

Sobretodo de esto último, ya que la noche pasada mientras se presentaba en sociedad el cuarto larga duración del ex Taller Dejao, con una puesta en escena muy cuidada y con claras alusiones a los festivales religiosos norteños, los temas más recientes brillaron por su absoluto sentido rítmico.

La diversidad de la paleta sónica presentada ayer está al borde de lo inclasificable, en un vaivén emocional que recorría desde la melancolía de‘Campos Magnéticos’, pasando por reggae en ‘Fruta y Té’, hasta la clave acústica de los covers a ‘Doble Opuesto’ y ‘Ojalá que llueva café’ (ambas en compañía de Fakuta, quien también lo acompañaría en la sencilla ‘Bailar Bien, Bailar Mal’). O la explosión variopinta de ‘Bomba Chaya’, se convierten en pasajes absolutamente disfrutables, ratificando esta multipolaridad sonora que suma y suma puntos al sonido en vivo.

Si bien “GP” fue el soberano en la hora y media de show -al fin y al cabo es el trabajo a defender- “Audiovisión”también se hace acreedor de importantes momentos de un recital que parece no haber tenido ningún punto bajo (el sonido y la sencilla iluminación anduvieron espléndido, en un Club Chocolate que cumplió a la perfección como residencia para esta clase de eventos). ‘Alfabeto’ es y será la joyita de su autor, así como ‘La Bajada’ gana mucha urgencia en su versión en vivo de mano de una ejecución exquisita en manos de la banda compuesta, entre otros, porFelicia MoralesPedro Piedra y Gonzalo Yáñez. Pero fue con ‘Por La Ventana’ en que se presencio el pick del recital, ese compromiso entre artista-público, con un Gepe cantando desde abajo del escenario mimetizado entre todos sus oyentes incluso bailando entre -y con- ellos, dejó una postal de aquellas.

Un lanzamiento que terminó involucrando mucho riesgo, por el giro sonoro que se le da al catálogo del artista, al fin y al cabo es el primer sondeo de cómo se vienen las reacciones ante una nueva apuesta discográfica. Sin embargo con shows como el de anoche, los resultados sólo pueden ser favorables. Y si todo sigue así, las presentaciones de “GP” ya se convertirán en un carnaval sónico imprescindible para esta temporada.

Gary Clark Jr. - Blak and Blu (2012)



Son tiempos difíciles para la sorpresa. El reciclado ha fundado templos y templos con miles de adoradores a los que complacer. La doctrina del “nada bueno se hace hoy” ha calado tan hondo en lo colectivo, que ojos y oídos parecen cerrados a lo que se va gestando en nuestras narices.


Es tal vez por eso que las excepciones a estas “normas subliminales” resultan tan apreciables, porque no son muchas. Son como llamas pequeñas que ante la mínima brisa se pueden apagar. No obstante, de tanto en tanto surgen verdaderas llamaradas que amenazan con incinerar el panorama completo. Obras que parecen no pertenecer a ningún nicho, se ríen del prejuicio y cruzan estilos con total soltura que parece el único camino para escapar de las transiciones al día de hoy. Sin detenerse a mirar (porque no hay tiempo para ello) traspasan trincheras y bombardean a quemarropa.

Un fenómeno que recientemente se manifiesta (y refrenda) con “Blak and Blu”. ¿Su gestor? Un nombre que goza del beneplácito de todo el mundo actualmente, aun cuando le quede mucho para cimentar una carrera –exponencialmente- expansiva, con este LP parece haber ganado la primera partida. Gary Clark Jr. le llaman, y se ha convertido en un necesario nombre a tener en cuenta.

Ya lo insinuaba el año pasado con el EP “Bright Lights”, cuyo tema homónimo se repite el plato y repercute en que ancla inmediatamente un hit en el cancionero de esta temporada. Y no sólo eso, la cocinada a fuego lento ‘When My Train Pulls In’ y cada uno de sus siete minutos parecen engullir con zapatos y todo. Dejando en el aire que este ascenso ya no es una sorpresa, sino una vieja advertencia que viene a cumplir su promesa, ahora ya.

“Blak and Blu” aparece para eso, para hacerse cargo de las expectativas, jugueteando sin temor entre la guitarra a lo Hendrix, o situando como referente a Stevie Ray Vaughan, hasta transitar por los terrenos del Hip hop o el soul, todo en uno. Y es que las raíces negras son tan amplias y adentradas en la tierra que el no aprovecharlas, mezclarlas y profanarlas, parece un limite demasiado tentador como para que el oriundo de Texas no lo traspase.

Mike Elizondo, quien produce, tiene mucho que ver con este cruce de géneros. Digamos, con un productor que ha tenido que ver con nombres que van desde Eminem hasta Mastodon, cae de maduro el empuje que pudo aportar en las transversalidad genérica del disco. Si esta variedad es bien o mal llevada puede ser cuestionable, de pronto el choque de estéticas es algo confuso, no obstante siempre se entiende la necesidad de no amarrarse a nada.

Desde ese remezón que es ‘Ain’t Messin ‘Round’ al rock n’roll fresco de ‘Travis County’, el tránsito parecer tener una única premisa: una escalada continua de temperadas piezas, en las que también podríamos incluir el rock árido de ‘Numb’, el segundo single, con un desempeño electrizante.

‘The Life’ es la pieza que más denota esa transgresión de Gary Clark Jr., abrazando una constitución mucho mas R&B que sus hermanas. Un notorio descenso en la pulsación y si bien se puede cuestionar, al final sólo entrega matiz a una obra que se jacta en cada track de ello. ‘Please Come Home’ también aborda este reto, aunque de una forma más recatada, incursionando en el falsetto, pero sin renunciar a las dosis de soul gravitante.

Para qué hablar de ese cover a Jimi Hendrix o el excelso blues de ‘Next Door Neighbor Blues’ que cierra el disco. Marcan los puntos cardinales de este viaje de más de una hora en que el músico mide cuan ancho puede ser su talento. Con aciertos y erratas, los primeros siguen siendo muchos más, confirmando la buena salud de un disco tremendo y a un intérprete que maneja pulcramente el deslumbramiento.

The Killers - Battle Born (2012)



“...Elvis singin’ 'Don’t Be Cruel' and i wonder if you feel too” nos dice una de las líneas de ‘The Way It Was’, reflejando con su lirica y sonido por donde van las apuestas de The Killers en esta ocasión.

Una cuarta placa que expone un rescate algo descarado de toda esa escena Americana que parece estar siendo bastante rentable para sus contemporáneos, así como la herencia sónica -al parecer más viva que nunca- del inagotable Bruce Springsteen.

Que ‘Runaways’, primer single y segundo corte de “Battle Born” tenga una tremenda influencia en su huella sónica de The Boss no parece ya una coincidencia tomando en cuenta lo mucho que se le ha ocupado de referente los últimos meses, así como también describe el curso natural que, uno pensaría, la carrera de la banda de Las Vegasseguiría, luego de entrar de lleno en las murallas de sonido sintético de mano de “Day & Age” (2008). Por ende, se asume que esta placa se alimenta mucho de eso (más que claro en ‘Flesh and bones’) y de paso reiteran el mismo argumento usado desde el inicio de su carrera: los 80’s.

Una reiteración no exenta de trabas, ya que un largo proceso fue el transcurrido para que “Battle Born” viera la luz. Luego del receso de la banda el 2010 hasta que decidieran empezar con un nuevo disco el año pasado, se les vino encima un interminable cambio de productores, un desfile que vio pasar desde Steve Lylliwhite (U2), Brendan O’Brien (Pearl Jam) a Daniel Lanois (Bob Dylan) y que, contradictoriamente, no ocasionó ningún colapso en la identidad de la placa, la cual pareció alimentarse muy bien del matiz que cada uno de estos puso a las canciones.

Por otra parte decir que la banda de Brandon Flowers nos regala un giro radical o un tremendo disco estaría un poco alejado de la realidad, la verdad es que se sigue extrañando la épica de “Sam’s Town” (2006), que si bien se entiende que busquen nuevos horizontes, estos no han sido tan alejados de todo lo hecho hasta la fecha y a veces da la sensación de estar jugando, en lugar seguro en todo momento, en desmedro de un factor sorpresa cada vez  más ausente.

En esta pasada The Killers aprueba -por poco, pero lo hace- y de paso deja unas cuantas canciones para alimentar sus shows. ‘Here With Me’ o ‘A Matter Of time’ podrían encajar perfecto, no obstante -evitando pecar de inocente- y a la espera de un quinto lanzamiento, ojalá salgan de ese sitio donde se sienten tan cómodos y busquen un poco más de riesgo.

Band of Horses - Mirage Rock (2012)



Yendo contra toda esa cultura anti-spoiler imperante nos iremos de lleno a la conclusión de esta review: El disco de Band Of Horses es bueno, muy bueno y supera con creces a su anterior aventura discográfica “Infinite Arms”(2010). Esta sobre la media actual y se lleva un resultado envidiable. No obstante, con eso no alcanza.

Es inquietante saber que esto ya lo hemos escuchado muchas veces antes y que no viene precisamente a reinventar nada. ¿Qué tan relevante resultará de acá a unos años esta eficiente mezcla de rock-pop y folk sureño? Ante la pregunta, lamentablemente sólo podemos anteponer un buen manojo de incógnitas, dudas que se traspasan a la producción artística de las bandas contemporáneas, y se convierte en una debilidad que no parece ver la luz todavía, incluso se siente muy presente en el LP que nos convoca.

El disco es buenísimo, de una agradable atmósfera y una equilibrada población de eléctricos cortes y tracks acústicos (reflejados de forma clara  en ‘Dumpster World’, una pieza de dos partes opuestas pero funcionales). Lejos de cualquier madeja sónica, la banda de Ben Bridwell consigue dar en el punto sin inclinarse demasiado por ninguno de los extremos en los que juegan.

Siendo prácticos, consiguen que dos temas como la vertiginosa ‘Feud’ y una balada lacrimosa como ‘Heartbreak On The 101’ puedan convivir y de hecho acrecentar el resultado final sin ningún problema. La incomodidad no va por ese lado, pues no es en las canciones donde se encuentran las falencias, sino en la totalidad del LP y su falta de ambición.

Una marcada ausencia de búsqueda de atemporalidad es el que padece éste como tantos otros trabajos. Simplemente parece destinado a ser escuchado un tiempo y luego olvidado en alguna parte, no tiende a buscar la marca identificadora de los tiempos en que vivimos, y si esa falta de pretensión otras veces funciona -o al menos alcanza para subsistir - por acá sólo genera dudas de qué tan relevantes están resultando los accesibles trabajos de las bandas recientes.

¿Serán ‘Knock knock’‘Slow Cruel Hands Of Time’ o ‘Electric Music’ recordadas tras pasar por el filtro del añejado? La respuesta no parece muy alentadora bajo esta maquinaria donde la música es buena, pero parece venir con una inevitable fecha de caducidad. De todos modos el disco se gana el beneficio de la duda (por mezquino que parezca) y el añejado dirá.

Dinosaur Jr - I Bet On Sky (2012)



Algo ocurre con los minutos iniciales de este disco. Un algo que avanza como una sutil infección desde los oídos hasta el resto del cuerpo. Un dulce olor a gangrena, impregnado de fuzz. Desde la triada compuesta por “Don’t Pretend You Didn’t Know”,”Watch The Corners” y “Almost Fare”, una suave, pero compacta masa sonora procede a la invasión con su peligroso manto melódico.

Y es que la envolvencia y la fácil asimilación parecen ponerse de acuerdo con “I Bet On Sky”, para que maquine con total soltura su arsenal de canciones en un esfuerzo bastante productivo, sería mucho decir que solidifica una carrera de por si bastante maciza, no obstante hace una ejemplar muestra de capacidades en lo que ya se maneja, como decía al inicio del párrafo: melodías que encriptan lo filoso y riffs que traen consigo espinas purulentas.

Si como precedente tenemos la grandiosa labor que J. Macis logró el año pasado con “Several Shades Of Why” y el más que digno regreso discográfico de Dinosaur Jr. desde que decidieran reagruparse con formación original por allá en el año 2005, la vara se veía alta y aún así estos sobrevivientes a la nostalgia alternativa noventera siguen rugiendo tan fuerte como siempre y se despachan un disco de aquellos.

Desde funk artificial (“Almost Fare”), suaves lamentos que se deslizan (“Stick A Toe In”, “What Was That”) a explosiones de sonido y de paso una revisión a su propio legado con “Pierce The Morning Rain”, en una de las catarsis mejor logradas en los tiempos actuales. Low Barlow también pone lo suyo tanto en “Recognition” como en “Rude”, éste último un corte que trae a la mente ciertas reminiscencias al R.E.M más enigmático de finales de los 80’s. Son en definitiva todos los ingredientes de este combo sonoro que parece funcionar a pura química sin escatimar en dosis de pólvora a la hora de armar sus canciones.

Con esto Dinosaur Jr, reafirma lo que no muchos pares de su camada han logrado hasta la fecha, y eso es que el combustible de su música no pierda cuerpo tras el paso de los años, apelando a la composición en lugar de la nostalgia y de paso enrostrando que su trabajo está lejos, muy lejos, de extinguirse.

The XX – Coexist (2012)



El truco muchas veces no va en cuán fuerte puedas sonar, sino en cuanto eco tus susurros pueden generar. En el caso de The XX, su debut del 2009 resultó en una agradable placa que hacía un práctico uso de esto: escasez instrumental, el cual creaba universos de tensión sexual y comunicación sonora.

Este año decidieron volver con un trabajo cocido a fuego lento y que retoma las sendas de sencillez que los vieron triunfar hace tres años, pero ahora decidieron ir un poco más allá en la temática atmosférica (otro poquito más allá).

De hecho desde la partida con ‘Angels’ donde Romy Madley Croft nos recibe con volutas de ambient en lo que parece ser un coqueteo con la más sensual y oscura de tus noches, uno acepta que el sello sónico del grupo está más que interiorizado, y esa inconfundible simbiosis musical que ya han armado en base a esta propuesta minimalista -pero bastante honda a la vez- funciona muy bien.

Lo único que tal vez pueda generar ciertas interrogantes es cuánto más allá se puede llegar en base a tan pocos elementos. Y ante eso quiero creer que las posibilidades son más infinitas de las mostradas a simple vista, al fin y al cabo, con un esqueleto tan delgado los ropajes agregados pueden ser múltiples, teniendo una conexión  sólida con el centro de su música.

Se deja sentir también en la placa la poca presencia de ese efecto guitarrero-espejo que se manifestaba en temas como ‘Crystalized’ del disco anterior. Sin embargo, hay buenos acercamientos a éste en canciones como ‘Chained’ o ‘Fiction’. Por otra parte, ‘Try’ ha de ser lo más parecido a lanzar una piedra a un pozo sin fondo en formato musical y se escucha como si nunca se hubiese hecho antes.

Para el balance, “Coexist” perpetua esos endemoniados y fríos torbellinos emocionales de los que hacen tan buen uso como agrupación. Temas como ‘Sunset’‘Missing’ o ‘Unfold’ caben perfecto en la oferta final de la banda y, de cierta manera, no intentan abrir demasiado el ángulo de propuestas, sino seguir el guión que se han venido planteando lentamente desde sus inicios.

The XX parece el tipo de banda a la que el vértigo no le hace bien, por eso se toman las cosas fríamente. Un cálculo que se transfiere al común denominador de las canciones, unas que cada vez se vuelven más adecuadas para un invierno terriblemente helado, donde los temores y el sexo necesitaban ser musicalizados más que nunca. Si buscaban algo como Filmnoir indie, por acá lo tienen, y de muy buena salud.

Bob Dylan - Tempest (2012)



Hablar de Bob Dylan es como escribir sobre alguien a quien todos conocen, aunque sea sólo de nombre. Es el recuerdo de un pasado y un perfil para el futuro, como el encargado de retratar al mundo los últimos 50 años. Es el jovencito de pelo desordenado que cantaba sobre respuestas venidas con el viento. Es aquel rupturista que, obviando cualquier convención sobre folk, decidió electrificarse y renegar de unos cuantos adeptos. Es quien fue iconisado como un sobreviviente al caótico último tercio del siglo XX y quien siguió haciendo su música por medio siglo más, aún hasta hoy cuando lentamente se ha convertido en un viejo cascarrabias.

Y es que tanta ansia por valorizar su poesía deja muchas veces en segundo plano lo  cual oficialmente define a Bob Dylan: su música.

Música es lo que siempre ha hecho y dejó de ser un oficio para volverse un imprescindible, en gran medida gracias al peso que este último le dio. Incluso ahora con ya 71 años decide sacar su 35° álbum bajo el nombre de “Tempest” y seguir dándole a lo que siempre le ha resultado mejor, desde donde su desgastada y rasposa voz consigue expresar mejor lo que pasa por dentro del viejo Bob, y sobretodo por toda esa conciencia de mundo traído consigo.

“Tempest”, título de aparente alusión Shakespereana, incluye un sinnúmero de referencias algo torcidas y de un imaginario bastante crudo. En donde su narrativa corre con la mejor parte, desde referencias a John Lennon(‘Roll On John’) a la descripción del hundimiento del Titanic (‘Tempest’). Mueve las piezas de tal forma que el relato reboza magnetismo e intriga, resultado de la libertad facilitada por el haber realizado el trabajo de producción él mismo. Una producción que se deja notar sobretodo en el metraje de las canciones, pues en algunos casos exceden los 14 minutos y en otras superan los siete minutos de duración (‘Tin Angel’). Parece otra muestra de que Dylan hace lo que se le da la gana; Rock n’ roll en ‘Narrow Way’, un inicio bastante variopinto con ‘Duquesne Whistle’o blues en ‘Early Roman Kings’, hacen pensar que estamos ante un buen trabajo, algo desbandado en metraje, pero rico en lirica y con momentos realmente sobresalientes.

Lujos que se puede dar este hombre, al final con tanta historia a cuestas, y con una lírica tan elocuente. Al parecer, el viejo trovador tiene aún mucho barro en sus zapatos para seguir andando, así como canciones en su mente para seguir creando. Con sus detractores y todo, siempre habrá una buena excusa para escucharlo, aún cuando ya no sea más que un reflejo de su pasado (y su voz luzca más trizada), la dignidad le sigue sobrando.

Arranquemos Del Invierno EP (2012)




La sutileza emerge muchas veces como la mejor arma para encandilar. Otras tantas, lo hace para convencer de cuajo que la finalidad es mucho más profunda que la mera belleza que la cubre. Y un poco de ambas es lo que encontramos en el EP de Arranquemos Del Invierno, nombre con el quePablo Álvarez (Niño Cohete) decide bautizar este viaje solista.

Ya desde la partida instrumental con la etérea pulcritud de 'Canadá' nos lleva a sentir el paisajismo propio de este proyecto. Si bandas como Sigur Rós o Fleet Foxes guían al imaginario invernal de Islandia o un boscoso Seattle, Arranquemos Del Invierno hace algo similar pero basado en nuestra cosmovisión. Es decir, arrastra a esa escenografía dominada por el sur de Chile y este folk-pop se convierte en un puente (otra vez imaginario) a la tierra donde la lluvia y el verde parecen las únicas constantes posibles, así como también una bonita fotografía de delicadez y sensibilidad.

Una voz frágil como una pequeña llama que un ventarrón fuese a apagar en cualquier momento es la que Álvarez usa en sus canciones y que acopla perfecto con todo el minimalismo sónico de cortes como 'Los Planetas''Acertijos y Encrucijadas' o 'La Cruzada'. Y es también una buena conducción a la temática de búsqueda y viajes que se exhiben en toda la lirica.

Un EP con gusto a sur en todas sus facetas, que van desde lo central, como un enorme caudal que es lo musical, pero que también se alimenta de varios ríos tributarios como lo visual, en la que lagos nebulosos parecen ser los invitados de piedra en todos los temas. Una globalidad que hace de esta entrega un trabajo sólido en lo integral. Desde su arte (a cargo de Carola Josefa Aravena), hasta el folk inocente que intenta no ahogarse poniendo hasta el último suspiro en ello. 22 minutos totalmente recomendables y nebulosos en todo el sentido de la palabra.