Bob Dylan - Tempest (2012)



Hablar de Bob Dylan es como escribir sobre alguien a quien todos conocen, aunque sea sólo de nombre. Es el recuerdo de un pasado y un perfil para el futuro, como el encargado de retratar al mundo los últimos 50 años. Es el jovencito de pelo desordenado que cantaba sobre respuestas venidas con el viento. Es aquel rupturista que, obviando cualquier convención sobre folk, decidió electrificarse y renegar de unos cuantos adeptos. Es quien fue iconisado como un sobreviviente al caótico último tercio del siglo XX y quien siguió haciendo su música por medio siglo más, aún hasta hoy cuando lentamente se ha convertido en un viejo cascarrabias.

Y es que tanta ansia por valorizar su poesía deja muchas veces en segundo plano lo  cual oficialmente define a Bob Dylan: su música.

Música es lo que siempre ha hecho y dejó de ser un oficio para volverse un imprescindible, en gran medida gracias al peso que este último le dio. Incluso ahora con ya 71 años decide sacar su 35° álbum bajo el nombre de “Tempest” y seguir dándole a lo que siempre le ha resultado mejor, desde donde su desgastada y rasposa voz consigue expresar mejor lo que pasa por dentro del viejo Bob, y sobretodo por toda esa conciencia de mundo traído consigo.

“Tempest”, título de aparente alusión Shakespereana, incluye un sinnúmero de referencias algo torcidas y de un imaginario bastante crudo. En donde su narrativa corre con la mejor parte, desde referencias a John Lennon(‘Roll On John’) a la descripción del hundimiento del Titanic (‘Tempest’). Mueve las piezas de tal forma que el relato reboza magnetismo e intriga, resultado de la libertad facilitada por el haber realizado el trabajo de producción él mismo. Una producción que se deja notar sobretodo en el metraje de las canciones, pues en algunos casos exceden los 14 minutos y en otras superan los siete minutos de duración (‘Tin Angel’). Parece otra muestra de que Dylan hace lo que se le da la gana; Rock n’ roll en ‘Narrow Way’, un inicio bastante variopinto con ‘Duquesne Whistle’o blues en ‘Early Roman Kings’, hacen pensar que estamos ante un buen trabajo, algo desbandado en metraje, pero rico en lirica y con momentos realmente sobresalientes.

Lujos que se puede dar este hombre, al final con tanta historia a cuestas, y con una lírica tan elocuente. Al parecer, el viejo trovador tiene aún mucho barro en sus zapatos para seguir andando, así como canciones en su mente para seguir creando. Con sus detractores y todo, siempre habrá una buena excusa para escucharlo, aún cuando ya no sea más que un reflejo de su pasado (y su voz luzca más trizada), la dignidad le sigue sobrando.

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