Sufjan Stevens - Carrie & Lowell (2015)


‘Spirit of my silence I can hear you, but i’m afraid to be near you’ es la frase que abre, entre suaves cuerdas, "Carrie & Lowell", el disco con el que Sufjan Stevens retorna a una línea de folk prístino y enfoca su pluma y sentido musical en exorcizar demonios.
Y es que ese lado de los músicos es algo visto con recurrencia: el extirpar sensaciones de dolor y pérdida por medio de las canciones. Cuan seguros podemos estar de la autenticidad de estas, es un cuento aparte. Es difícil parametrizar cuan cerca se está de esos estados emocionales. No obstante, a veces estas ventanas a lo que quiso transmitirnos el artista son tan claras, tan verosímiles, que dudarlo es ser majadero y nada más. Pues bien, con "Carrie & Lowell" estamos ante uno de esos trabajos; esos que parecen desgarrar sin la menor duda, que respiran autenticidad, que duelen y hacen llorar también.

Son un duelo, un Vía Crucis, pero ese dolor se ve algo amilanado porque la música resulta bella, un bálsamo entre la lírica desgarrada y su fondo doloroso. ¿Cómo se puede dudar ante eso? Es cosa de hacer la prueba y correr a escuchar ‘Death with Dignity’ o ‘Fourth Of July’. Es para tambalearse.

A veces a los discos hay que darles oportunidades para que lleguen, a veces entran a destiempo en la vida del oyente y no consiguen empatizar, o lo hacen en el instante preciso dando justo en el blanco. Estos dependen del azar. Así como los hay también aquellos que tocan temáticas universales que parecen una historia contada que se adentra con facilidad en nuestro subconsciente y engancha de primeras. "Carrie & Lowell" resulta inclasificable dentro de estos marcos, ya que absorbe mucho de ambos. Su construcción y atmósfera es tal, que la música -aun sin las magníficas letras de Stevens- conmueve instantáneamente, como si te estuviesen hablando directamente, sin grandes discursos, sin grandes altavoces, como una conversación con un conocido. No es necesario saber la historia detrás, la relación entre el compositor y su madre, la esquizofrenia y demases, es cosa de escuchar el disco. La historia está ahí, esparcida en códigos sonoros a través de cada canción. Están allí, explicitas, una historia sin guión que se propaga en 11 tracks.

"Carrie & Lowell" es uno de los grandes puntales de este 2015, pero -contrario a lo que pueda parecer- no debería encabezar las listas de fin de año, aun cuando sea temprano para decirlo, ya que es la clase de trabajo que trasciende un periodo de tiempo tan corto. Es un disco que merece más y que posiblemente sea uno de esos elepés que uno revisitará una o mil veces en el momento indicado cuando la vida nos golpee la puerta. Esa clase de obra que pende en el espacio-tiempo donde rankings y competencias no importan. La música y sus relatos, son al final, lo único relevante siempre.