Siempre recuerdo cuando mi papá, hombre de campo, contaba historias inventadas sobre el diablo. Sobre que a fulano, probablemente con harto vino encima, se le apareció el diablo en tal lado o a este otro que terminó curado en su camioneta debajo de una cascada también lo vio. Que cuando los perros lloran es porque anda el cachudo por ahí, etc. El diablo es un tema recurrente en el imaginario colectivo y adopta formas muy variadas, desde el ente que te puede conseguir placeres varios a cambio de algo, hasta el que de alguna manera solo representa la maldad. Ya sea en forma de hombre de negro, de chivo o derechamente de las alucinaciones del vino: el diablo tiene mil formas y este libro mediante dieciocho cuentos parece tratar de abarcar harto con un resultado peculiar por momentos, escatológico en otros, pero sumamente orgánico en su mayoría. Dividido en tres partes, de seis cuentos cada una. La presencia del 666 es el recordatorio constante de sobre que estamos hablando. Hay cuentos que me gustaron harto, ‘¿Has visto un dios morir?’ por ejemplo trae consigo el tema del ñache y las alucinaciones, además está hermanado con otro excelente cuento como lo es ‘El Gallo Negro’ que tiene una estructura de circularidad temporal que me gusta harto, de hecho se parece caleta a un truco que usaron los Coen en ‘Inside Llewyn Davis’. ‘La Negra’ es lo más cercano a The Witch que he leído, solo que no hay brujas ni familias protestantes exiliadas, más si cabras diabólicas y muchos viejos curados. Porque no hay nada que cause más terror que un grupo de personas solas y borrachas en medio de la nada del campo. De esos puebluchos que son más vacío que pueblo, donde el viento es la única banda sonora posible. ‘Calixto Gómez’ que nos dice que el diablo también está ahí, en la pobreza violenta de las poblaciones. Así como ‘El Cachúo’, ‘El Duende’ y ‘La Culebra’ parecen algo repetitivos pero refuerzan la idea que el diablo también está en cuestiones como ese alcoholismo mitificado. Por último ‘Fue como un padre para mí’ y ‘Seguir aquí’ donde el autor da rienda suelta al lector para que sienta repugnancia por los sucesos de ambos cuentos. Me gustó bastante. Eso si, podrían haber sido menos cuentos a costa de sacrificar el seis seis seis. “Me buscaron para que trajera a mi abuelo y viéramos al dios morir. Hasta plata me ofrecieron. Y es que hay algunos trastornados a los que les gusta tener malos sueños, son como esos giles que duermen con los brazos cruzados sobre el pecho para tener pesadillas.” “Ese hueón es poeta. Los poetas son así: feos por fuera o feos por dentro. A veces las dos al mismo tiempo.” “No, no había forma de perdonarse. Sentía las lágrimas acumularse atrás de sus ojos. Esas lagrimas nunca saldrían de ahí.” “El Cachúo es para algunos el enemigo número uno del curao: después de muchos días tomando te agarra y te sacude, con pesadillas, paranoia, sentimientos mortales, pánico, sueños premonitorios de la muerte de los que más amas. La deformidad. La hediondez. La enfermedad. Le dicen el Cachúo, porque en casos extremos uno ve, ve al ser maligno que trae la cuenta y hace pagar las cuotas de la deuda y el exceso. Y le dicen así porque se supone que es el demonio.” “¿Eres acaso nuestro señor Jesucristo?- preguntó. -El hombre lo miró con la boca abierta y los ojos vidriosos, extraviados. -¿Quién pregunta?- dijo con voz aguardentosa. -Soy el hijo de Eugenio Chacana. -¿Y quién es ese hueón?-respondió mientras se llevaba la botella a la boca y tomaba un trago de pisco. -Es el hombre más bueno del mundo. -¿Y qué me importa a mí? ” |
Pobres Diablos - Cristian Geisse
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