Gary Numan: Android in la la land
Steve Read y
Rob Alexander | 2016 | Inglaterra y EE.UU. | 85’
El retornar luego de un espacio prolongado
de silencio. El miedo al fracaso y la necesidad de conseguir un puntal
discográfico en el que sostenerse, aparece como una capa primaria con la que
leer este documental, sin embargo, más abajo yacen un montón de cosas más que
convierten este relato de un proceso creativo en el viaje de un ser humano que
no esconde sus trizaduras y a la vez expone la dinámica con su familia, lo que impregna
de sensibilidad a una narración abierta y sin velos.
El trecho que cubre este documental va entre
el 2012 y el 2013, de hecho lo remarcan gráficamente cada vez que hay un salto
temporal para situarnos continuamente, y registra el proceso de composición del
disco ‘Splinter (2013)’ que traería de regreso a Gary Numan en cuanto a lanzamientos
discográficos luego de un receso. Y ahí está lo medular de todo: los fantasmas
que aquejan a un Gary Numan no son los mismos que a una persona de a pie, la
necesidad de mantener un estrellato que se ve lejano en el recuerdo (de hecho
se rememora continuamente con ‘Cars’ un single de tremendo éxito en 1979) y
muestran a un compositor incansable que manufacturaba composiciones de forma
más menos continua pero que teme no conseguir algo lo suficientemente bueno en
esta época.
Y ahí no se es mezquino en cuanto a la
exposición de los sentimientos del protagonista; haciendo notar los vaivenes
emocionales que muchas veces lo han quebrado durante su carrera, el como el
maquillaje esconde más arrugas cada año o simplemente los altibajos en su
relación con Gemma O’Neill producto de un declarado Síndrome de Asperger. La
encrucijada donde se encuentra es clarísima.
‘I Am Dust’ sonará gran parte de la cinta,
adornando los viajes familiares en una casa rodante, o la mudanza a EEUU, y
será irremediablemente en esos pasajes de carácter más cotidiano: Una Gemma hablando
de cómo pasó del fan club de Numan a ser su esposa, o él hablando con sus hijas
Rave, Echo y Persia mientras ellas tararean ‘Cars’ vuelven el retrato de una
estrella repleta de desasosiego en una figura con la cual es imposible no
sentir empatía.
Sex Pistols: The filth and the fury
Julien Temple
| 2000 | Inglaterra | 108’.
A veces pasa que el mito que envuelve una historia es casi tan grande
como la música que la sostiene. En el caso de los Sex Pistols éste incluso
sobrepasa a su música.
Creadores de éxitos como ‘Anarchy In The UK’,’God Save The Queen’ o
‘Holydays In The Sun’ que fueron aglutinados en un solo álbum (Never Mind The
Bollocks,Here´s The Sex Pistols, 1977) y el único que sacarían durante su
meteórica carrera de 26 meses sirve como una musicalización para un documental
que no claudica , ni afloja al momento
de darle contexto al surgir de la banda, así como a las extremas relaciones
personales que habían dentro de la misma.
Por ello veremos el caos imperante con un descontento civil a mediados de
los 70’s en un UK que se veía convulsionado por lo mismo y que abriría brechas
desde las cuales estos jóvenes nihilistas -en el sentido más estricto de la
palabra- se abanderarían en una trinchera en la que todo el mundo era un
enemigo.
Y es que suena a cliché el marcar como
principales atributos de una banda punk la drogadicción, la violencia, el sexo
y la irreverencia, y es que tal vez a estas alturas sea un cliché, pero quienes
lo inventaron fueron los Sex Pistols. Shows peligrosos, y desencuentros con una
prensa que los desaprobaba abiertamente todo queda registrado en la poco más de
hora y media de documental.
Como siluetas vemos los testimonios de
Johnny Rotten o Malcolm McClaren quienes ya con 25 años a cuestas (cuando se
grabó el documental) se hacen cargo del mito contando su versión de los hechos;
incluido claro el destino aciago de Sid Vicious producto de las drogas o bien
el escabroso asesinato de su novia Nancy Spungen. Una pieza de historia que le
hace honor a su nombre y narra sin edulcoramiento la inmunda y furiosa carrera
de una banda icónica.
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