Antes de empezar y más que todo como advertencia esto incluye algunos spoilers sobre la reciente serie de HBO. Ya que si bien intenté hablar de la misma desde un sitio que tratara de ir hacia los conceptos que ofrecía, el deshilachar estos puede dar pistas sobre la trama. Advertido eso, veamos:
Las secuelas de franquicias o hitos clave en la cultura popular parecen atiborrar con cierta continuidad las carteleras, las paginas de inicio de los servicios de streaming, las librerías y todos lados básicamente. Una era donde regurgitar conceptos ya tiende a ser un poco odioso al encandilar una oferta que tiene mucho más que entregar. Es esa ‘necesidad’ por replicar y no reinterpretar la que molesta. Porque no habría dificultad alguna en retomar una historia, el esquema es similar para casi todo, no obstante la tozudez por hacer replicas ancladas en la nostalgia es agotador.
En ese panorama, Watchmen la serie de HBO que funciona como secuela del cómic, no de la película, en lugar de anidarse en un sitio cómodo se arriesga e interpreta el espíritu de la obra, por sobre las características estéticas de este. Incluso va un poco más allá, ofreciendo una retrocontinuidad muy bien armada. El mundo donde se desarrolló la historia inicial era uno, el de hoy es totalmente diferente, no obstante las guías del mismo parecen haber sido bien leídas, ya que la creación de ese EEUU parece apropiado al espíritu de los tiempos .
Bien ahí Lindelof ¿Quién lo hubiera imaginado hasta hace poco?
34 años después de los hechos acontecidos en el cómic de Alan Moore y Dave Gibbons, la policía debe cubrirse la cara con pañuelos, así como algunos usar atuendos de vigilantes con el fin de resguardar sus identidades ya que recientemente fueron victimas de una purga por parte de un grupo de supremacistas blancos llamados ‘The 7th Kalvary’ quienes a su vez usan mascaras de Rorschach como símbolo. Es en este contexto donde Angela Abar (Sister Night) una policía de color, deberá lidiar con la conspiración de parte de este grupo, así como ciertos ecos de un pasado que van acrecentándose y replicando en el presente con más fuerza a medida que transcurren los episodios.
Un crimen por resolver, una conspiración en las sombras. Ambos parecen los mismo puntos de inicio de la obra original, pero no queda ahí, decide recorrer otros sitios que se podían vislumbrar y a la vez decide releerlos con el espíritu de estos días. No siendo lineal más tampoco demasiado obtuso.
Lindelof, quien parece haber tenido una influencia de Noah Hawley a la hora de estructurar esta temporada decide irse por las ramas cuando lo amerita y la vez plantear una historia con un misterio por resolver estructural clásico. Sacrifica capítulos completos a flashbacks, o rematar un capitulo en la frase de uno de sus protagonistas con un chiste (She was killed by space junk).
Hay espacio para traer viejos conocidos, para plantear ideas sumamente descabelladas pero que hacen juicio en este mundo que venimos conociendo desde hace tanto, más todo parece acorde a lo que planteó Moore inicialmente. Es como si Lindelof hubiese tomado el cómic, los deshojara y comenzase a dibujar distintas lineas desde hacia donde podía seguir ¿Qué sería de Ozymandias en un mundo como el de hoy? ¿Su utopía se lograría? ¿El Doctor Manhattan habrá conseguido crear vida? ¿Qué fue de Nite Owl?
Todo ello parecen gatillantes con los que alimentar esta historia, pero quien escribió fue más allá y no solo se quedó en esos personajes que protagonizaron sino qué dio un paso extra, porque si hay algo que creo cuestionan estos nueve capítulos no es que pasó con los personajes de la original si no: ¿Qué pasó con el mundo de Watchmen después que un calamar psíquico cayese en Nueva York hace 34 años y matase de forma traumatica a millones de personas?
Y es que siempre fue sobre eso: Un mundo destinado a equivocarse una y otra vez que parece tener que lidiar cíclicamente con cuestiones como la divinidad, el racismo y el miedo.
El racismo y la retro-continuidad
Uno de los ejes gravitatorios de la serie en cuestión tiene que ver con un hecho ocurrido en la historia de USA durante el año 1921 en la localidad de Tulsa, donde una prospera comunidad afroamericana se ve purgada por grupos racistas del KKK quienes incendian y masacran a todos los ciudadanos de color que encuentran. Todo este evento es visto por los ojos de un niño quien más adelante irá dibujando su propia historia a partir de este hecho.
Es sin embargo la influencia de este grupo agresor uno que va produciendo distintos ecos más adelante tanto en cuestiones netamente de trama como en subtexto y relecturas de personajes que si ya parecían situados en margenes de minorías, su repaso los hace investirse de outsiders en todo el concepto de la palabra (This Extraordinary Being), así, el racismo es como una alegoría al monstruo con forma de cíclope que reencarna todo el tiempo.
También más que una relectura es hacerse cargo de las consecuencias de las vertientes que se toman, lo que podemos ver en personajes como Looking Glass, personas que vivenciaron en primera persona lo acontecido en New York en 1985 (Little Fear of Lighting). Una construcción deliciosa por donde se le mire ya que el trauma parece un ente vivo que extiende sus tentáculos a un presente que es imposible de retomar cuando el miedo es latente.
Hijas del hombre
La herencia-también- no es solo intelectual sino genética y tiene una alta preponderancia en el desarrollo de la serie, y están insertas en la columna central del drama que Lindelof quería contar. Hombres hedonistas como Adrian Veidt o incluso Jonathan Osterman son culpables de sus propios juegos y de crear vida (voluntariamente o no). Juegos peligrosos de poder que terminan (bueno, nunca nada termina ¿no?) en circularidades representadas por féminas que siempre van a la búsqueda de la destrucción del ego de sus creadores, con el fin de satisfacer los propios.
Se presentan figuras femeninas poderosas más su posición en el gran orden de las cosas está ubicado desde una perspectiva donde poder derrocar la figura paterna o desligarse de una herencia de eterna violencia producto de la subyugación de grupos raciales donde -nuevamente- la figura del hombre blanco se convierte en un objetivo al que derribar.
Matar a Dios
Y si de derribar se trata, el icono por defecto que se busca tumbar, o más bien poder domesticar es el de Dios. En este mundo es un dios celeste que parece andar a sus anchas buscando y explorando cosas que le interesan. Vivenciando el tiempo de formas que resultan distantes para nosotros pero que no lo excusan de ser un ente egoísta. Dios abandonó a la humanidad para irse a Marte a crear vida, o eso se cuenta ¿Qué respuesta puede dar una sociedad así de traumatizada ante este abandono?
Pues uno que resulta lógico. Nuevamente el que esa
figura masculina sea asimilada por una nueva matriz que si ocupe ese gran poder
en beneficio de un mundo que parece haber errado nuevamente el rumbo. Aun
cuando el miedo sea revivido por medio de pequeños ecos en forma de lluvia en
intervalos aleatorios, parece que el efecto se diluye mientras la ruta
nuevamente mueve el reloj un pasito más cerca del final.
El amor
Hasta antes de la serie preguntarse sobre la existencia de un abstracto como el amor en un mundo tan pragmático como el del cómic original parecía inverosímil, tal vez solo vislumbrado en la original a manos de Nite Owl, Laurie y el Dr Manhattan, sin embargo el capitulo ‘A God walks into Abar‘ parece responder a esta pregunta de una forma bastante singular.
El amor es visto no desde un punto de vista lineal más si estructurado: una concatenación de eventos lleva a dos personajes a enamorarse, aun cuando uno de ellos sepa de antemano toda la cadena de sucesos que los llevan de un punto A a un trágico punto B, o mejor aún, es el orquestador de que todo ello suceda y aun conociendo lo que le deparará tomar ciertos caminos, se anima a recorrerlos (aunque técnicamente, inicia, los recorre y finaliza al mismo tiempo porque ese es un privilegio de Dioses y no de humanos) ya que cree merece la pena vivirlos tal como en Arrival donde nuestra percepción del tiempo es puesto a prueba al ser la única que podemos dimensionar.
No hay rutas equivocadas más si decisiones y consecuencias con las que lidiar y eso no es solo una penitencia para mortales.
Watchmen en definitiva toma el espíritu del trabajo de Moore y Gibbons y decide explorarlo con ojos nuevos. Más allá del fanservice, se cuestiona y pone en encrucijadas a sus personajes. Da forma a un mundo en constante cambio, más siempre haciendo uso de una herencia rica (pero peligrosa) y llevándola hacia limites que parecían riesgosos pero que terminan retribuyendo. O como comentaba Manahattan: Todos somos marionetas (…) aunque en mi caso soy una marioneta que puede ver los hilos.
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