Con The unwritten suele suceder eso; y es que por forma y también por la tesis que plantea resulta ineludible el definirla como una historia sobre la importancia de contar historias, y a la vez como estas dan forma al mundo.
Se escucha hasta el hartazgo el juicio que se hace de tal o cual obra por la originalidad del guion (asumiendo que el guion solo involucra la historia y nada más) , lo absurdo que es que te cuenten lo mismo una y otra vez (era solo un viaje de ida y vuelta) o la necesidad casi patológica por encontrar historias que desafíen con un giro final lo que se cuenta.
Esos son todos signos que The Unwritten afronta con su relato. Símbolos de la desconexión que sienten las personas con las historias y lo fácil que olvidan que esas estructuras han girado cíclicamente en torno a nosotros durante miles de años.
Pero creo me adelanté un poco y debería ir al inicio: ¿De qué va esto?
Mike Carey y Peter Gross, trabajaron durante años en Lucifer. Un cómic que daba cuenta de la historia de la ‘Estrella del alba’ posterior a todos los sucesos de ‘The Sandman. Un spin off bastante exitoso que bajo el alero del sello Vértigo tuvo una extensión bastante razonable de 75 números.
Posterior a ello quisieron volver a trabajar pero no lograron concretar ningún proyecto durante bastante tiempo. Acá es donde aparece la mítica Karen Berger y el editor Pornsak Pichetshote, quienes se la juegan por una idea de cómic bastante meta sobre lo que es el mundo de la literatura y la relación de esta con la humanidad. ¿Y la trama?
“Tommy Taylor es el protagonista de una serie de novelas de fantasía que se ha convertido en un fenómeno cultural. Los fans participan en websites y se reúnen en convenciones para hablar de estas historias mágicas al tiempo que mantienen la esperanza de que Wilson Taylor, su creador, ahora desaparecido, reaparezca y escriba una última aventura.
Pero queda un cabo suelto: el verdadero Tom Taylor, el hijo al que Wilson abandonó. Tom, que ha servido de inspiración para crear el personaje del chico mago, es venerado en todo el mundo como la leyenda literaria hecha carne.
Cuando la vida de Tom empieza a adoptar un inquietante y letal paralelismo con la de Tommy, resulta que se ve atraído a un extraño submundo literario donde el poder de las historias orales es tan fuerte como cualquier hechizo.”
A primera vista la trama hace alusión al arquetipo del niño mago (como Harry Potter, o Los libros de la magia de Gaiman). Siendo esto sumamente intencionado la historia va escalando en ello.
En los arquetipos, en las maneras que tenemos de relacionarnos con las historias o como estas se van repitiendo eternamente a lo largo de los años. El mito de Caín y Abel (que acá tiene una preponderancia sumamente interesante) ¿Cuantas historias de hermanos que representan bien y mal hemos tenido la posibilidad de leer, ver, escuchar? ¿Cuántos relatos con el camino del héroe? Bueno The unwritten le rinde homenaje a todo ello. Pero además le agrega valor.
Pues el enemigo al que se está enfrentando el protagonista no es otro que una sociedad secreta que trasciende a los años y que de distintas maneras ha ido manipulando los caminos que toma la humanidad mediante su relación con la literatura. Corrigiendo el rumbo todo el tiempo.
Esto se ve potenciado cuando los autores dedican números unitarios a ejemplificar esto: ya sea recontando la historia de Oscar Wilde, recreando el esquema de las historias noir, el mito artúrico, las historias pulp de superhéroes, etc. Pero la referencia más importante está en Moby Dick y la ballena. O lo que representa este inmenso monstruo marino: El leviathan.
El leviathan es una especie de conciencia colectiva de las historias. Como a su vez el registro de la historia del mundo. Un maremágnum de historias que resulta inseparable del relato del mundo como lo conocemos. Y a su vez el encargado de repetir eternamente esto.
¿Qué pasaría si alguien domina esta fuente colectiva? Parafraseando al Shadow King de Legion: Si todos percibimos el mundo con nuestros sentidos, aquel que consiga dominar la percepción que tenemos de nuestro entorno se convertiría en un dios. La relación del antagonista y el leviathan es un poco eso. Dominar la percepción colectiva mediante algo que sea permeable e incombustible: las historias. O aludiendo a algo más en boga ¿Les suenan cómo funcionan las fake news?
Ahora si bien, el universo literario es tan amplio como el bagaje del autor, afortunadamente acá es sumamente extenso. El mito de Orfeo, una caracterización de cuentos de animales sumamente divertida (y violenta), la protagonista de Orgullo y Prejuicio sometida a paupérrimas condiciones, Pinocho, Sherlock Holmes, La villa Diodati o el mismísimo Frankenstein.
Carey no escatima en referencias, las cuales son sumamente expositivas así que si no se entienden de primera, son encontrables, o googleables.
En cuanto al apartado gráfico, además de Gross quién con sobriedad y funcionalidad da vida al contenido grueso de la historia, todas y cada una de las portadas fueron realizadas por Yuko Shimizu, quien dota de gran elegancia a la hora de componer las mismas. Siendo una especie de Ukiyo-e contemporáneo bastante bonito.
De hecho ella ya había trabajado previamente en otras portadas para Vertigo (Sandman: cazadores de sueños, que tiene cierta relación con la nacionalidad de la artista).
Las historias son importantes. Tal vez el invento más grande que como humanidad hemos creado. Su relevancia y el mismo misticismo que envuelven. Tal vez ya no sea netamente la literatura. Ya no sea el sentarse a la fogata y los relatos orales, pero si están los cines, las series que vemos en nuestro computadores o teles, o celulares o qué se yo. Tal vez por eso resulte tan difícil imaginarse un mundo sin ellas.
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