Radiohead: Los soñadores nunca aprenden


Festival SUE: Radiohead + Flying Lotus + Follakzoid
Miércoles 11 de abril, Estadio Nacional
Produce: DG Medios
La primera frase de ‘Daydreaming’ comienza con algo así. Con esa especie de mensaje críptico, como entre lo onírico y un sacudón más sarcástico. Nueve años es demasiado tiempo. Al menos el suficiente para que la banda de Oxford sacara dos discos y recorriese el mundo otras cuantas. Que el efecto del ‘pay what you want’ de “In Rainbows” dejase de ser una novedad o que –también hay que dejar de ser condescendiente en algunos puntos- el grupo dejase de innovar hacia afuera para indagar hacia dentro. Armar trabajos que parecen más una reformulación de si mismos, con tendencias menos concretas y mucho más difusas.
Muchas variables, es cierto, pero dentro de todo ese vendaval también es cierto que se pueden encontrar muchas constantes. Y de todas ellas la apuesta en vivo es la que ha de ser la más prolija. Prolija, palabra siútica, pero no encuentro ninguna que le haga justicia al armatoste que es capaz de poner en marcha Yorke, los hermanos Greenwood, O’Brien, Selway (más algunos músicos extra) en el escenario.
Desde los colores, las luces, todo parecen esquirlas de un plan mayor. O una puesta en escena que sirve de puente entre un público que ya viene con una idea de lo que puede pasar, más como se interpreta de la misma letra de ‘Nude’: no necesariamente porque sepamos lo que encontraremos, lo podremos llegar a tener.
En líneas generales los setlist de Radiohead tienden a ser caóticos. Ya sea por la extensión de su discografía, porque no gustan de repetirse, etc. Tienden a darle prioridad al disco que promocionan (“A Shaped Pool”, en este caso) más no olvidando el grueso de su catálogo. Sin embargo, esto último tiende a ser más moderado, midiendo la cantidad de hits que entregan en cada pasada.
Ayer no fue el caso.
Ayer pasaron como si nada ‘Fake Plastic Trees’, ‘Let Down’, ‘Karma Police’,’Exit Music (For a film)’, ‘Paranoid Android’, ‘Street Spirit (Fade Out)’ o la poderosa ‘The Bends’. Sin escatimar. En total 26 temas en casi dos horas y media de show. Ni el cielo amenazante de un otoño que se niega a comenzar, ni una lluvia que jamás llegó, sorprendieron más que esta dadivosidad. Sorpresas, pero de las buenas.
Remarcables también resultan esos guiños a “Hail to the Thief” e “In Rainbows” añadiendo varias de sus composiciones en el concierto: la mutante ‘Myxomatosis’ y ‘Where I End And You Begin’, la cristalina y rítmica ‘Weird Fishes/ Arpeggi’, la incendiaria ‘2 + 2= 5’ cuya letra sigue estando tristemente vigente, la catártica ‘Bodysnatchers’ o bien la introspección de ‘All I Need’ (con un divertido comienzo). Una presencia que solo contribuyó a una pega que parece hecha de antemano pero que necesita ser ejecutada. Y esa parte, Radiohead la hizo particularmente bien.
Postales para el futuro: la risa maquiavélica de Yorke, un O’Brien sonriendo constantemente o Jonny Greenwood tocando en su propia dimensión. Como todos los genios hacen, a veces olvidamos que hace menos de dos meses estuvo nominado a un Oscar por la tremenda banda sonora de “Phantom Thread” (ese es su espectro, uno demasiado amplio para siquiera conmensurarlo). Pero por sobre todo la cara de un público que tal vez como nunca se vio metido dentro de esa frase insigne de ‘Street Spirit (Fade Out)’: “Inmerse your soul in Love” .
Ayer hubo mucho de eso. O al menos lo suficiente como para esperar otros 9 años. O los que sean necesarios.

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