La llegada
del segundo disco solista del hombre tras Third Man Records arriba en un
instante extraño en que la imagen que ha propagado de sí mismo durante los
últimos meses se ha extrapolado con exageración fuera de los territorios de lo
meramente musical.
Estuvo envuelto en una rencilla contra Dan Auerbach, vocalista de The Black Keys, contra quien dirigió palabras poco amables en cuanto a la originalidad de su obra, prácticamente acusándolo plagio. Resultan dichos algo peregrinos viniendo de alguien que ha hecho uso de las raíces del blues y el garage para edificar su propia obra, lo que nunca le aseguró la exclusividad de esta explotación. Es en extremo difícil quedar fuera de la influencia, aun cuando se sea pionero.
Fue una
previa extraña para lanzar un disco, aunque -favorablemente- este clima no
consigue empañar una entrega sólida y con el claro sello del oriundo de
Detroit, por más que a veces esta marca no parezca explorar lejos de limites
autoimpuestos. Con esto se hace necesario realizar dos preguntas: ¿Qué Tanto se
le puede exigir a Jack White en innovación? ¿Qué tanto más
podría reinventarse?
Evidentemente
siempre se requiere un poco de factor sorpresa a la hora de un lanzamiento: más
allá de mantener el nivel, lo que hace a un nuevo elepé trascendente es su
capacidad para dar un poco más que su predecesor, o bien entregar calidad por
un camino distinto. Lo de Jack White en esta placa obedece en
mayor medida a lo primero, pero sin sorprender, solamente solidificando lo
hecho en "Blunderbuss" (2012). Y si
mirásemos ese álbum bajo esos estándares, "Lazaretto" es el decantamiento natural de esta nueva ruta.
Nada de la
suciedad habitual de su etapa temprana se puede visualizar con facilidad acá.
Lo más próximo tal vez sea el portentoso acto de apertura a cargo de ‘Three Women’ en
que la potencia no se ve limitada a las guitarras, sino a lo itinerante de los
pianos y los arreglos más al detalle. Una fórmula que se ve condensada en la
portentosa ‘Would You Fight For My
Love?’, una de esas canciones que debiesen pasar
directamente al repertorio definitivo de White. Y es que la apuesta corre por
esos lados: pasearse por todas las posibilidades que le ofrece el blues y
agregarle ese toque desgarbado, que por leve que sea, sigue diciendo presente.
Con ‘Temporary Ground’ volvemos a desembarcar en el folk más
suave, menos impetuoso y mucho más armónico. Como una reminiscencia a ‘Hotel
Yorba’ pero templado por el tiempo.
‘Alone In
Home’ y ‘Entintlement’ perpetúan
esa armonía crepuscular y algo bucólica, aunque un tanto más inocentona. Por su
parte ‘Just One Drink’ acelera el pulso en una de esas
minoritarias ocasiones en que el ritmo parece ascender, al menos hasta que los
cuervos de ‘Want And Able’ hacen acto de presencia y
desvanecen el disco en una singular calma.
Una
apuesta segura tanto para el oyente como para el artista. Al fin y al cabo, con
paranoias y demases Jack White sigue siendo un gran compositor, quizás no el
dueño del estilo, pero si quien mejor lo conoce. Y eso se nota en la paleta
ofrecida por "Lazaretto"; un disco que cuaja el proyecto.
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