La tarea de elucubrar un proyecto alrededor de un sonido
espeso -como lo es en este caso el post-punk- conlleva inmediatamente a que una
idea preconcebida (movimientos pacientes, y cierta opresión de sintetizadores)
se nos venga por antonomasia a la cabeza. Para nuestra fortuna, no sólo será la
incertidumbre de un sonido el que la
banda de Calgary trabaje en su disco de este año, si no que por el contrario, se adentran con
propiedad al interior del estilo, y
logran transmitir con bastante certeza esa especie de lengua muerta en que se
convierten sus nuevas canciones.
Banda renacida desde las cenizas de ´Women´, ahora abraza sin
contratiempo la peculiaridad que define su línea musical: Saturación. Canciones con resonancia y un muro grueso de
sonido que se ve fuertemente sostenido por la batería, apelando continuamente a
la baja fidelidad; son el signo más notorio dentro de la propuesta de Vietcong,
ya que por el lado de las influencias es innegable el tributo a Bauhaus.
Bajo el alero del sello ‘Jagjaguwar’, y tras tener que pasar
por ese clásico sino de las bandas de música que es perder algún miembro en el
camino, o bien, experiencias relativamente cercanas como le sucedió al bajista
del grupo Mat Flegel que casi muere electrocutado –hecho que llevó a componer
‘Siluettes’- apelan nuevamente a ese tema
recurrente que siempre ha sido la muerte (sin más hay un tema que lleva ese
nombre). Y es que esa percepción contemporánea de la muerte como un cese
definitivo, parece demasiado sobre usado (al igual que el amor han de ser las
emociones más revisitadas e incombustibles), no obstante si nos alejamos de los
conceptos y nos centramos netamente en los créditos musicales del elepé estos
son bastante interesantes y sin duda abren el apetito a lo que puede ser un atractivo
viaje de aquí al futuro.
La triada inicial no podría estar mejor pensada: ‘Newspaper
Spoon’ , ‘Pointless Experience’ y la gratificante ‘March Of Progress’ tienen
una ubicación que aparte de enganchar a lo que vendrá, funcionan
individualmente como una experiencia propia e inquietante. La primera como un
llamado de ultratumba con su percusión saturada, la segunda con un inicio que
invita a bailar en la noche cubierto de bajos gravitantes, siendo la tercera la
que más emociones condensa por su composición algo progresiva, en que los
tiempos así como el ánimo del tema va turnándose y moviéndose en una mezcla de
resonancia, pero absolutamente recomendable.
Son apenas siete canciones, no obstante, en su mayoría no
encontramos desperdicio alguno: ‘Continental Shelf’ por ejemplo, no tiene nada
que envidiarle a lo que la banda de Peter Murphy hizo a inicio de los 80’s, con un aire gótico:
ganchero y oscuro. En ese sentido ‘Siluettes’ es la más desatada, abriéndose
paso con desparpajo y cimentando el camino para que la extensa ‘Death’ haga un
repaso final al ánimo del disco y lo cierre.
Este elepé homónimo está absolutamente bien pensado y
ejecutado, tanto en su emoción, como en su estética, que si bien remonta con
cierta obviedad a sus raíces, su resultado está a la altura de sus
pretensiones. Armando un disco de esos que te pueden fatigar, como incinerar,
depende de la actitud con que te alistes a las filas del ‘Vietcong’.
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