“The Great Escape” y, en mayor medida, “Parklife” significaron para Blur un salto cualitativo y cuantitativo en cuanto a su base de fans y relación con la critica. Una especie de aterrizaje forzoso -pero esperado- en los grandes escenarios del mundo y sobre todo de su natal Reino Unido. De dulce y agraz vivieron por esa época, siendo las mediáticas peleas con los hermanos Gallagher algunos de estos efectos colaterales que vinieron de mano de la fama, junto con el reconocimiento.
Esta explosión es la que opaca a “Modern Life Is Rubbish” el trabajo que antecede a esos dos monstruos del Britpop y que es, en definitiva, de donde se desprenden los conceptos germinales que los de Colchester sembrarían años más tarde: el anglocentrismo, la vida burguesa y las banalidades propias de la juventud británica noventera.
Desde la placa del 93' es de donde ya se podían encontrar en plena forma la lírica ingeniosa y cínica - a partes iguales- de Damon Albarn. Así como Graham Coxon ya daba indicios de su habilidad para dar rienda suelta a su guitarra de la forma mas elegante posible, Alex James con su bajo tampoco se quedaba atrás, facturando algunas líneas rítmicas significativas, que mas tarde desembocarían en aportes de la talla de 'Girls & Boys', donde el bajo entrega una performance fundamental. Dave Rowntree, en lo suyo, equiparando con lo que podía en las baquetas y consiguiendo fortificar canciones lo más posible con su contribución.
Por su parte el precedente de “MLIR” tampoco es que fuese muy alentador. Estafados por su anterior manager, embarcados en una gira por USA que no fue más que una seguidilla de eventos desastrosos y desafortunados, y, claro, con un disco debut no tan contundente (“Leisure”), la necesidad de dar en el clavo era palpable. Quizás eso fue lo que dotó de tan buenas características el terminado final de un disco que originalmente se titularía “Blur Vs America” y que sin tener que recurrir a lo burdo de aquel título consiguió expresar lo mismo, pero de una forma más refinada; con música.
'For tomorrow', 'Sunday Sunday', 'Chemical World' o 'Advert', todas canciones de un olfato pop inquebrantable, gozan de una accesibilidad temible así como de un trasfondo que no hace si no hacerlas crecer. Las letras y la misma sonoridad que da Albarn a su pronunciación es la que empuja un poco más allá a temas de este tipo, sobrepasando un poco ese espíritu idiosincrático inicial y llevándolas por un sendero de refinación.
'Blue Jeans' también convoca atención con una estructura que no escatima en melancolía y ya ni hablar de 'Star Shaped' con su itinerante fade out o del monumental bajo de James en 'Colin Zeal'. Canciones de estructura impecable por doquier parece la premisa de “MLIR”.
Cabe destacar también que la instauración del sonido del que se harían acreedores y -prácticamente- embajadores en los años posteriores no hubiese sido en absoluto posible sin la existencia del elepé del 93', ya que acá es donde se daba el primer paso en cuanto a la trilogía basada en la tradición inglesa por parte de Blur. Y sin sonar condescendientes, no tiene nada que envidiarle a sus hermanos menores, aun cuando la banda parece haberse olvidado de muchas de sus piezas, es una placa que necesariamente debe ser revisitada, porque aunque hayan transcurrido veinte años, la vida moderna sigue pareciendo...bueno, ya saben.
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